Además de por razones climáticas, el tren también se ha convertido en un medio de transporte de moda por comodidad y flexibilidad pues, a la hora de viajar, llegan donde los aviones no llegan y permiten, durante el trayecto, admirar la belleza del paisaje. Estas son algunas de las rutas nuevas o centenarias para amantes de las aventuras ferroviarias.
En esta década se cumple el segundo centenario del comienzo de las líneas públicas ferroviarias, unas redes de movilidad que revolucionaron nuestras vidas y sin las que es imposible entender el nivel de vida y desarrollo que hemos alcanzado. Todo comenzó con la línea que unía Liverpool y Manchester y, tras ella y con una velocidad vertiginosa, las rutas férreas fueron extendiéndose para unir el resto del mundo.
Pese a la gran popularidad del tren durante el siglo XIX y el papel determinante que jugó en la Revolución Industrial, el rápido desarrollo que alcanzaron otros medios de transporte como los coches, camiones y aviones hizo que su peso fuera reduciéndose. En paralelo, el ferrocarril fue transformándose y, frente a sus competidores que se basaban en la quema de combustibles fósiles, pasó a utilizar la electricidad en el siglo XX: fue, sin saberlo, un pionero en la movilidad eléctrica.
Medio siglo después, el mundo se encuentra en una situación de emergencia climática en el que el tren tiene mucho que decir para reducir las emisiones achacadas a los medios de transporte que, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, suponen para la eurozona más de una cuarta parte de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. Para sustituir los trayectos cortos en avión por otros más cómodos y menos contaminantes en tren, la Unión Europea se ha marcado como objetivo desarrollar antes de 2050 una amplia red ferroviaria que conecte a todo el continente, sólida y capaz de soportar la mayor parte del transporte de mercancías y pasajeros. Con ello también se quiere reducir los desplazamientos por carretera, pues los trenes consumen seis veces menos energía, emiten nueve veces menos C02 y sufren un 85% menos de accidentes.
Además de por razones climáticas o de seguridad, el tren también se ha convertido en un medio de transporte de moda por comodidad –aunque los trayectos sean más lentos, ahorran mucho tiempo en el aeropuerto– y flexibilidad pues, a la hora de hacer turismo, llegan a sitios donde los aviones no llegan y permiten, durante el trayecto, admirar la belleza del paisaje. Romanticismo, ecología, practicidad… Embobarse mirando el paisaje por la ventanilla es sin duda uno de los grandes placeres de la vida. Hacerlo desde la de un tren es apostar por un transporte limpio que permite descubrir lugares, vertebra el territorio y teje redes entre las personas. Aquí te dejamos algunos ejemplos de rutas que ojalá podamos volver a disfrutar pronto.
Interrail
Si eres joven –o lo has sido– seguro que lo has recorrido o te suena. El Interrail es uno de los programas y líneas ferroviarias más utilizadas y famosas de Europa. Cada año miles de estudiantes universitarios deciden hacer alguna de sus rutas que permiten recorrer prácticamente todo el continente por un precio muy asequible: con atractivos descuentos, el precio final suele quedarse por debajo de los 300 euros para los menores de 27 años.
Si ya no eres tan joven, no te preocupes: aunque te saldrá un poco más caro, puedes seguir utilizando Interrail y decidiendo entre sus más de 40.000 destinos de su red convencional y de alta velocidad. Eso sí, coge fuerzas, y libros para todos los kilómetros que te esperan.
Corredor del Mediterráneo
Su construcción ha sufrido múltiples retrasos, pero todo parece indicar que una parte de los nuevos fondos europeos que está recibiendo España se destinarán a terminar el Corredor del Mediterráneo, una red ferroviaria que unirá la frontera francesa con toda la costa mediterránea –Portbou, Barcelona, Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Murcia, Almería…– hasta Algeciras.
Además de fomentar el turismo local y ser una buenísima opción sostenible para descubrir los secretos de la costa mediterránea española, este nuevo tramo de alta velocidad conseguirá que poblaciones como Murcia o Almería mejoren sus déficits de comunicación terrestres en materia ferroviaria.
Ruta Lagos-Singapur
Para los amantes de aventuras épicas que quieran emular al moderno Phileas Fogg –eso sí, con un solo medio de transporte–, el año pasado se abrió una línea de 18.755 kilómetros que permite viajar nada más y nada menos que desde Lagos (Portugal) a Singapur (China). Obviamente, no es un trayecto directo pues, si te decides a ello, además de las diferentes paradas, tendrás que coger distintos trenes debido, entre otras cosas, al cambio de ancho de vía.
La duración del viaje es de aproximadamente unos 21 días y su precio ronda los 1.200 euros, incluidos los saltos cortos de una estación a otra para cambiar de tren. Durante el trayecto, que atraviesa más de una docena de países, hay parada en ciudades como París, Moscú y Pekín.
Este es un buen ejemplo para comparar la diferencia del impacto ambiental del tren con respecto a otros medios de transporte: para hacernos una idea, un trayecto de ida desde Lisboa a Shangai emite unas 1,67 toneladas de CO2; y hacer este viaje en tren emite aproximadamente 0,08 toneladas de C02.
Euro Night Sprinter-Netzvision 2030+
De momento es tan solo una propuesta, pero todo parece indicar que Europa aprobará la idea del Partido Verde Alemán que sueña con revivir los trenes nocturnos europeos de los que hablaban nuestros padres y abuelos. ¿Cómo? Mediante la creación de casi medio centenar de ramales que discurran por 500 ciudades de nuestro continente, incluidas las principales capitales de España.
Además de servir para revitalizar estos trenes, que tuvieron su apogeo en el siglo pasado, y aprovechar las ventajas actuales de la alta velocidad, los alemanes proponen crear una plataforma única de venta de billetes para facilitar la compra a los usuarios.
El Transiberiano
Una ruta centenaria que es, quizá, una de las más bonitas y literarias que existen, y la segunda más larga del mundo, imprescindible a nivel comercial dentro de la llamada Nueva ruta de la seda. El tren parte desde Moscú y termina en Vladivostok, en el océano Pacífico, atravesando toda Rusia, Mongolia, China y Corea del Norte en sus diferentes ramales.
El viaje dura aproximadamente una semana, en la que se recorren casi 9.000 kilómetros contemplando la belleza de los Urales y descubriendo los secretos de la estepa. Según los lujos y la ruta escogida, el precio de los billetes puede oscilar entre los 1.000 y los 50.000 euros.