Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo intentando comprender lo que pasó y anticipando lo que va a pasar. Pero el pasado y el futuro, según la filosofía del tiempo llamada presentismo, son constructos lógicos o ficciones: lo único que existe y lo único que nos permite actuar es el presente. Así lo entiende Gesternova y así lidera su revolución sostenible a través de El presente es renovable.
Antes de la pandemia, España era uno de los países que menos utilizaba el teletrabajo. Sin embargo, la llegada del coronavirus puso sobre la mesa un término que se analizó hasta la saciedad y que, en consecuencia, tomó un tono negativo: el presentismo –o, como se entiende coloquialmente, «calentar la silla» para mostrarnos visibles en nuestros puestos laborales–.
Cuatro años después, con las lecciones de esta crisis global guardadas en nuestra memoria, esta palabra continúa tan rodeada por el tinte negativo que hemos obviado que cuenta con otras acepciones que nos inspiran a construir un mejor futuro: el presentismo es también una teoría filosófica que entiende que solo el presente existe de forma real; es decir, que el pasado y el futuro son memorias o imaginaciones, solo el aquí y el ahora son donde nos encontramos siempre.
En el presentismo, lo que es real es lo que está en constante cambio. En un momento en el que el futuro se vislumbra lleno de retos, el presentismo se vuelve más necesario e inspirador que nunca, especialmente cuando hablamos de afrontar la emergencia climática. Pero, mientras el mundo entero debate sobre los escenarios del 2030 y el 2050, ¿quién estaba hablando del ahora hace 20 años y quién lo sigue haciendo hoy?
«El futuro es de las renovables, de eso no tengo la más mínima duda. Es el futuro de mis hijos y de todos mis compañeros», asegura José María González Vélez, fundador y presidente del Grupo Gesternova, la compañía eléctrica de energía renovable que recientemente cumplió 19 años. «Yo ya tengo poco que escribir, pero mi ilusión sería que mis nietos pudieran proseguir en este tema y que lo asumieran. Hemos cumplido 19 años y me gustaría alcanzar los 25, y que yo lo pudiera ver».
El presidente vive cada uno de sus días en el presente, pero nunca deja de mirar hacia el futuro. Sabe que ambos momentos de este espacio-tiempo están enlazados de la misma forma que lo supo hace cuatro décadas, cuando las energías renovables se encontraban en su momento más primigenio. Él supo dar un paso adelante ante uno de los mayores retos de su carrera profesional que cambiaría su futuro: de un día para otro, se vio como un director bancario que debía financiar una central hidroeléctrica.
«De números entendía algo -soy economista-, pero de kilovatios absolutamente nada. Así empezó mi historia con las renovables», recuerda. Tuvo que invertir una enorme cantidad de tiempo en estudiar la legislación, aprender el funcionamiento de este tipo de infraestructuras, estudiar costes y beneficios de un tipo de energía que todavía se encontraba en pañales. Sin embargo, González Vélez siempre ha sentido una curiosidad innata por descubrir nuevos caminos –llegó a importar el primer ultraligero de España para dedicarse a su afición: el vuelo–.
«Tomar ese camino fue una forma de hacer algo que era realmente bueno no solo empresarialmente, sino socialmente. Fue ahí donde empezamos con la premisa irrenunciable de que solo trabajaríamos con energía exclusivamente de origen renovable», recuerda poniendo el foco sobre las bases de ambos compromisos que constituyen hoy a Gesternova.
Mirar al (futuro) presente
A medida que el calendario avanza, nuestra realidad también lo hace a través de presentes sucesivos en los que cada decisión marca el camino que seguiremos hacia el futuro. González Vélez, al igual que todas las personas que componen Gesternova, es consciente de esto e intenta trasladarlo al día a día de la compañía. A ojos del presidente, «solo las renovables son capaces de darnos una solución a los problemas de dependencia, porque el sol, el agua y el viento no nos los puede quitar nadie».
Y eso no siempre se ha trasladado al beneficio directo de la empresa, que siempre ha jugado con el gran factor que se interpone entre presente y futuro: la incertidumbre. «La cuenta de resultados no es nuestra primera premisa: quizá si hubiese sido así estaríamos ahora en un sitio muy distinto», advierte. Pero siempre se han mantenido fieles al principio de no usar otra energía que no fuera renovable, aunque la decisión pudiera ir en contra de su crecimiento.
«Tenemos una premisa esencial: la ética. Yo quiero que el 100% de los clientes que estén en Gesternova estén por lo que es», asegura González Vélez. Esta dedicación se expande como un gran árbol a todas las zonas de España, incluyendo una muy particular: la rural. A través de Contigo Energía, una filial que nace con la vocación de apoyar a personas, empresas y entidades en la generación de su propia energía limpia, impulsando el avance en la transición energética. La compañía promueve el autoconsumo en colectivos rurales, facilitando así el avance en zonas que, normalmente, suelen quedarse en un segundo plano.
El compromiso, además, se traduce en iniciativas colaborativas especialmente diseñadas para entornos rurales, creando un impacto positivo y tangible a través de alianzas que refuerzan la determinación de liderar el cambio hacia la sostenibilidad.
Y es que, mirando al horizonte, González Vélez sigue viendo el mismo (futuro) presente que vio en los ochenta: la promesa de que el mañana empieza hoy. Como tributo, ahora Gesternova ha lanzado su campaña más reciente, El presente es renovable, con el fin de cristalizar esa arraigada convicción de que cada decisión y cada instante cuentan y construir ese presente que dé luz a un futuro de conciencia sostenible y comprometida con el planeta.