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Cordero Atelier: El camino a través del camino

Sara Uriarte y Cordero Atelier son dos nombres indivisibles. Ninguno de los dos puede mencionarse sin que en la conversación salgan las flores, omnipresentes en sus fotografías y en la decoración de sus sets. Ahora, van más allá con un proyecto de regeneración gracias al micelio. «A lo mejor ahora no es necesario cortar una flor, sino crear un ecosistema, un entorno en el que la instalación sea permanente», plantea la creadora tras participar en el festival Flora de Córdoba.


A Sara Uriarte, directora del estudio creativo Cordero Atelier, le gustan todas las flores. Sin distinción. Hasta el punto de que, cuando se le pregunta sobre ellas, responde que, si no le atraen físicamente, se fija en su textura, en su olor, en su color. Que va por el campo y las abre y destripa para mirarlas por dentro también, analizándolas con el conocimiento que le han dado sus estudios farmacéuticos. «Me encanta eso: estar entre las flores», cuenta.

Una pasión que le empujó a diseñar de otra manera los trabajos para los que solicitaban su estudio, tanto en bodas y eventos como en los shootings y las diferentes sesiones de fotografía para marcas, redes y revistas. Así, poco a poco, fue consiguiendo que en sus eventos la flor se cargara con otros significados más allá de su propia belleza. Es decir: pasando de trabajar con ellas a crear arte floral. Una inquietud con la que empezó hace ocho o diez años, cuando este tipo de arte era una rareza en nuestro país.

© Festival Flora

Entonces, su primer paso fue usar otro tipo de flores, ya que siempre se encontraba con las mismas opciones. «Esto era algo que no entendía. Aquí se hacía de una manera y no se había pensado darle una vuelta. Sin embargo, sí que había algunos ejemplos en otros países, como en Estados Unidos», cuenta. Tras los tipos de flores, lo siguiente fue buscar formas diferentes. «Al haber estudiado interiorismo y tener nociones de escultura y arquitectura, empecé a no fijarme tanto en la flor y a interesarme por la forma, por el volumen, por la estructura de lo que quería mostrar».

La importancia reside en el ecosistema, no en el individuo

Ahora, cuenta que está trabajando sobre la masa, no sobre la flor individual. «Como cuando vas por la carretera y ves un campo de girasoles o de amapolas», ejemplifica. De esta forma, fue creando junto con su estudio una nueva manera de relacionarse con las flores. Poco a poco, y a través de mucha exploración y experimentación, han llegado a crear un arte floral auténtico y reconocible.

Eso se reconfirmó el pasado mes de octubre, cuando Uriarte fue una de las invitadas a Flora, festival de arte floral internacional celebrado en Córdoba. Además de ella, al evento acudieron otros prestigiosos artistas florales, como el estadounidense Maurice Harris o el japonés Yuji Kobayashi. Todos coincidieron en la necesidad de crear instalaciones con un punto artístico detrás, sin limitarse a que únicamente fueran bonitas.

© Festival Flora

En el marco del festival, el estudio Cordero Atelier llevó a cabo un experimento al que pusieron de nombre El camino a través del camino. Su intención fue crear un espacio post apocalíptico, quimérico, con ciertos toques fantásticos, lleno de color y que estuviera vivo. Esto lo consiguieron gracias al micelio –la red formada por millones de ramificaciones que comunica plantas, flores y árboles bajo la tierra– y a las setas, que crecieron y murieron durante los días que duró la cita.

Más allá de lo estético

Su propuesta iba más allá del arte floral clásico, ya que se centraba en el resultado, no en lo estético. «Nosotras habíamos trabajado con el micelio antes, pero a escala muy pequeña. La idea era poder usar un soporte más natural y que permitiera que la vida se regenerara», cuenta Sara Uriarte. Una oportunidad que pudieron llevar a cabo gracias al festival Flora, ya que en un evento al uso, al haber un cliente final, era una apuesta más complicada de encajar. «Queríamos ofrecer un paseo por el futuro, en el que los hongos fueran los protagonistas porque, aunque el ser humano se extinga, ellos seguirán allí. En ese paisaje había un paso más en el mensaje».

© Festival Flora

Una idea que se complementa con las palabras que decía Sara Uriarte anteriormente de que en su estudio están centradas en la masa, en el ecosistema, en la fuerza del conjunto. «Nos gusta pensar que hemos abierto una puerta. A lo mejor ahora no es necesario cortar una flor, sino crear un ecosistema, un entorno en el que la instalación sea permanente. La idea del micelio es que todo lo que muera dentro de él, el hongo lo descompondrá y generará con ello alimento para la seta. Teniendo micelio, la vida se puede regenerar continuamente. Esa es la vía que quiero seguir», explica.

Un propósito que busca que las obras perduren en el tiempo, no que se mueran cuando el trabajo finaliza. «Hay eventos que duran dos horas, y las flores que has cortado se van a la basura. Por eso nos gustaba no pensar solo en la eternidad, que es muy bonito como idea, sino intentar que sea de otra forma y devolverle más espacio a la naturaleza», concluye. Acaso… ¿quién merece más espacio que la naturaleza?

© Festival Flora

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