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De qué hablamos cuando hablamos de correr (de forma sostenible)

Además de sus beneficios para el cuerpo y mente de quien lo practica, correr –o caminar– es un ejercicio que se puede hacer de forma sostenible e, incluso, podemos convertirlo en una manera de conocer mejor el lugar en el que vivimos y convivimos. 


El ejercicio a pie es uno de los más inclusivos y accesibles que existen: puede practicarse con diferentes niveles de intensidad, en casi todos los entornos y con una intensidad adaptable a estados físicos muy diversos. Desde quienes simplemente quieren salir a pasear un rato para disfrutar de su entorno, hasta los que simplemente trotan un par de tardes o los motivadísimos runners llenos de accesorios y empeñados en batir sus propias marcas, todas las personas caben en esta práctica deportiva.

Se trata además de un deporte que no nos exige, a priori, un gran desembolso económico porque depende de hasta dónde quieras llegar. Si lo que buscas es únicamente echar una carrera suave dos o tres ratos por semana por eso de mantenerse sano y despejarse, el desembolso puede rondar más o menos entre los 100 y los 150 euros anuales entre zapatillas y ropa deportiva. Si tu objetivo es mucho más ambicioso, puedes gastarte lo que quieras, no solo en calzado y atuendo, sino en todo tipo de complementos y herramientas físicas como digitales.

Si tienes sensibilidad ambiental y quieres apostar por consumir marcas deportivas que trabajan con esos valores, tenemos buenas noticias: el sector también está empezando a correr a buen ritmo en esta carrera de la sostenibilidad. Comenzando por los nombres más conocidos por el gran público, que cada vez tienen más en cuenta cuestiones como el reciclaje y la reutilización de materiales, la huella ambiental, la eficiencia energética y la información clara y accesible sobre sus procesos productivos –por ejemplo, Nike con el proyecto Move to Zero–.

Pequeñas y grandes marcas sostenibles de ropa deportiva

También existe una interesante oferta de marcas deportivas que directamente nacen con un ADN sostenible. Como The Running Republic, cuyo manifiesto de sostenibilidad explica que la compañía nació «para dar una opción a todos los corredores y deportistas que buscan una ropa hipertécnica de calidad y fabricada con criterios sostenibles y éticos». Por eso todos sus productos están confeccionados con materiales reciclados, y la media de material reciclado –principalmente botellas de plástico y basura procedente de los océanos– presente en sus tejidos es del 84%.

Hablamos además de una marca vegana que, según certifica PETA, no emplea ningún tipo de producto, material o componente procedente de seres vivos. También es destacable que aboga por la «producción ética en industrias locales y fábricas certificadas».

Otra interesante alternativa de ropa deportiva sostenible es Zymetric, que también fabrica sus prendas con tejidos técnicos de última generación desarrollados con fibras recicladas o recuperadas. «Nuestros materiales se han creado a partir de botellas de plástico, alfombras, redes de pesca o descartes de producciones textiles», afirman desde su portal.

Solo trabajan, afirman, con fabricantes éticos, responsables y de proximidad. De hecho, diseñan y producen todas sus prendas en España y Portugal. La marca vela por que sus proveedores dispongan «de las más estrictas certificaciones tanto técnicas como medioambientales y de respeto y cuidado a sus trabajadores».

La tercera opción de ropa deportiva puede que te suene. Hablamos de la marca Patagonia que, además de ser una de las más emblemáticas por su sostenibilidad, recientemente fue notícia por la decisión de su CEO, Yvon Chouinard, de transferir la propiedad de su empresa a dos entidades recién creadas cuyo objetivo será emplear las ganancias obtenidas para combatir la crisis climática y proteger la naturaleza y la biodiversidad.

Patagonia es conocida sobre todo por fabricar ropa de montaña, pero también cuenta con una línea dedicada al trail running, es decir, a correr en plena naturaleza. Como en los casos anteriores, la compañía emplea en sus procesos de producción materiales reciclados y orgánicos. Igualmente reseñable es su apuesta por el Comercio Justo. 

Zapatillas veloces y verdes

Hasta ahora hemos hablado de ropa para correr, pero nos falta lo más importante: las zapatillas. También aquí contamos con alternativas de firmas más pequeñas, además de las colecciones sostenibles que ofrecen prácticamente la totalidad de las más grandes y conocidas marcas del sector.

Quizá la propuesta más original sea la de Cloudneo, de la compañía suiza On y elaborada con materiales totalmente reciclados y biológicos. Lo más curioso es que solo se pueden adquirir a través de su servicio de suscripción Cyclon. Es decir, realmente no compras las zapatillas, ni ningún producto de On en realidad, sino que te suscribes para usar dichos productos. Y después, cuando por ejemplo quieres cambiar de zapatillas, simplemente las devuelves. Un interesante ejemplo de economía circular aplicada al deporte.

cloudneo

También podemos mencionar aquí a la marca Vivo Barefoot, perteneciente al movimiento de empresas responsables B Corp, y que dispone de una amplia línea de calzado deportivo que incluye varios modelos de zapatillas veganas.

 Más allá de la ropa: correr para conocer nuestro entorno 

Una vez que estamos bien equipados con la ropa y las zapatillas adecuadas, solo nos falta coger las llaves, salir de casa y poner nuestro cuentakilómetros corporal en marcha. No nos engañemos: correr en zonas verdes es mucho más agradable que hacerlo sobre el duro y gris asfalto. Un lujo asequible para quienes residen en el mundo rural, pero que a veces se complica en las ciudades.

La Guía para planificar Ciudades Saludables publicada el pasado año por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, en colaboración con el Ministerio de Sanidad y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), incluye entre sus recomendaciones la necesidad de que nuestras ciudades estén «pensadas para caminar» y por tanto que promuevan los desplazamientos a pie como una opción de movilidad confortable, accesible y segura para toda la población.

Al mismo tiempo, la naturaleza debe estar presente en la ciudad si queremos facilitar el ejercicio físico. Para ello, es importante contar con zonas verdes, categoría que se refiere no solo a los grandes parques urbanos, sino también a otros espacios naturales más pequeños que sirven para acercar la naturaleza a todos los habitantes, al margen de que vivan o no cerca de algún parque.

Toda esta diversidad de zonas verdes debe estar conectada entre sí para conformar una auténtica infraestructura verde urbana. A través, por ejemplo, de la creación de sendas peatonales y ciclables que permitan a los habitantes hacer ejercicio al aire libre más allá de los parques que tengan cerca de casa.
Salir a correr por nuestra propia ciudad es una buena manera de comprobar, desde la experiencia propia, si nuestro entorno urbano cumple con los requisitos que garantizan que vivimos en una ciudad o pueblo saludable. Y de paso, podemos aprovechar este mayor conocimiento del lugar que habitamos para pedir a quienes toman decisiones desde arriba que también empiecen a correr –o, al menos, a caminar– hacia la sostenibilidad. 

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