La naturaleza siempre ha sido una fuente de inspiración artística –que se lo cuenten a nuestros antepasados que decidieron adornar las paredes de su cueva con los bisontes que veían por ahí– y, por supuesto, de aprendizaje. Salir al campo y abrir mucho los ojos puede enseñarte más que muchos libros y, de paso, también puede movilizarte para conservarlo. En sus viñetas, Paco López Saura combina todo ello.
A sus 66 años, lleva toda su vida enamorado de las cumbres. Ha estado en complejas expediciones, ha publicado tres libros sobre ello y, hoy, sigue trabajando para concienciar de que la montaña, además de disfrutarla, hay que cuidarla. Él pretende divulgarlo inspirándose en el ejemplo de los naturalistas del siglo XIX: en cuartillas de medio folio, va recopilando las ilustraciones de las rutas campestres con todos los detalles necesarios para una buena excursión.
Así, toma fotografías y luego las plasma en dibujos armado únicamente de su libreta y de sus lápices de colores Faber Castell. Lo contrario a ese enorme álbum de fotos instantáneas de Instagram. Dibujos con detalles como los tiempos, los refugios, los caminos cortados… Pero también los bichos que va encontrando. «Me gustan esas pinturas que muestran sin tecnicismos un paisaje y algo de la flora y la fauna», cuenta. Y esa es su máxima: que todo el mundo pueda entender lo necesario para poner en práctica sus rutas.
Para contarlo, Paco López Saura creó hace quince años a Paca, una gallina de alta montaña, una especie de avatar avícola suyo que utiliza para acercarse a sus pacientes en el hospital – ejerce como auxiliar de enfermería en la Unidad de Psiquiatría de Agudos Adultos en el hospital Gregorio Marañón de Madrid– o para explicar cómo comportarse en una excursión. No quiere ser un gurú de alta montaña, sino alimentar su web y, con sus ilustraciones, animar a que la gente salga al campo. «Es un divertimento y se basa en que todo el mundo tiene cabida», insiste. Conoce su apasionante historia y ve el resto de sus dibujos en este reportaje de Alberto G. Palomo en Yorokobu.
