Diez palabros climáticos para entender mejor el mañana que viene (y el hoy que ya está aquí)

Decía el filósofo alemán Ludwig Wittgenstein que, para cada persona, los límites de su lenguaje son los límites de su mundo. Ahora que nos hemos acostumbrado a escuchar expresiones como emergencia climática o huella de carbono y somos cinturón negro hablando de emisiones o economía circular, seguimos ampliando nuestro diccionario. Echa un vistazo a estos términos, que pronto empezarás a oírlos… si es que no te suenan ya. Ilustraciones: Subcoolture


Ebullición global

Si el cambio climático fue posteriormente sustituido por la emergencia climática, este término es la nueva fase en la que nos encontramos, en la que las temperaturas del planeta han rebasado todos los límites conocidos. El secretario general de la ONU, António Guterres, ya lo ha anunciaba este verano: «La era del calentamiento global se ha terminado. Ha llegado la era de la ebullición global».

Solastalgia

Aunque suena bonita, hace referencia a algo que no lo es en absoluto. Acuñada en 2005 por el filósofo Glenn Albrecht, pero de popularidad creciente, se trata de un neologismo que combina el latín sōlācium (comodidad) y la raíz griega algia (dolor). Muy relacionado con otros conceptos como la ecoansiedad, se emplea para hablar del malestar que genera el deterioro medioambiental, de la tristeza por pensar que los paisajes que amamos están siendo amenazados. 

Topofilia

Es lo contrario a la solastalgia. Proveniente del griego, significa literalmente amor por un lugar: con ella, se hace referencia al sentimiento de pertenencia que nos generan determinados lugares en los que hemos sido felices, ya identificamos las emociones con el espacio en el que las experimentamos. Es una herramienta poderosísima en la lucha climática para movilizar a la protección del entorno, especialmente el natural. Si no lo conseguimos, aparece su antónimo.

Escapismo

Según la RAE, es la «tendencia a eludir responsabilidades y a evadirse de los problemas de la realidad» pero, en este contexto, hace referencia a los intentos de las personas más ricas del mundo para escapar del apocalipsis climático con carísimos inventos que van desde colonizar otros planetas hasta búnkeres hipertecnológicos en el nuestro. Y no, no es ciencia ficción… Que pregunten en Silicon Valley. Lo cuenta Douglas Rushkoff en el ensayo La supervivencia de los más ricos: fantasías escapistas de los milmillonarios tecnológicos (Capitán Swing). 

Nature Positive

En la última Cumbre del Clima, celebrada en Egipto, diferentes líderes científicos y políticos concluyeron que el único camino para limitar el aumento de temperatura global a 1,5ºC pasa por implantar medidas para regenerar la naturaleza. Así, al igual que Net Zero hace referencia a las emisiones, el concepto Nature Positive alude a la necesidad de frenar la degradación medioambiental y recuperar los ecosistemas. ¿Cómo? Preservando la fauna salvaje y los bosques, promoviendo las prácticas agrícolas responsables o protegiendo los terrenos de la erosión.

Greenhusing

Ahora que conocemos qué es y cómo se practica el greenwashing o ecoblanqueo, se abre la puerta a nuevas prácticas relacionadas. Una de ellas, muy en tendencia, es el greenhushing o silencio verde –hush es susurro en inglés–: cuando una empresa infracomunica o guarda silencio sobre sus prácticas y compromisos en sostenibilidad para evitar ser observada o señalada por la sociedad, y para que no la acusen de greenwasher.

Plasticosis

Desde hace unos años, han proliferado los estudios que analizan la presencia de microplásticos con resultados preocupantes: no solo los han detectado en el torrente sanguíneo de fetos humanos, sino que está probado que ya forma parte de la cadena trófica y que cada año causa la muerte de cientos de miles de aves y mamíferos marinos. Un equipo de científicos australianos ha definido como plasticosis a la enfermedad que aparece en el aparato digestivo de las aves y les provoca inflamación crónica. 

Sombra climática

Para medir nuestro impacto ambiental, lo más habitual es recurrir a la huella de carbono, que intenta contabilizar las emisiones generadas en nuestras acciones cotidianas. La escritora Emma Pattee ha acuñado el término sombra climática, que va más allá: en ella se incluyen cuestiones muy difíciles de calcular, pero con un gran impacto ambiental, por ejemplo, tu voto, la empresa en la que trabajas o el número de hijos que tienes. Lo explica Andreu Escrivà en su libro Contra la sostenibilidad (Arpa). 

Trastorno por déficit de naturaleza

En el año 2005, el escritor Richard Louv definió en un libro el trastorno por déficit de naturaleza (TDN) para hacer referencia a las carencias físicas y psicológicas que produce en los niños y niñas la falta de contacto con el entorno natural. Desde entonces, tanto profesionales de la psicología como educadores ambientales han investigado las consecuencias para intentar darle la vuelta y construir entornos urbanos en los que se favorezca la presencia de espacios verdes, que tienen impacto directo en la salud y el bienestar de la infancia: entre otras cosas, mejoran su desarrollo neurocognitivo y fortalecen su sistema inmunológico, además de reducir el estrés.

Solarpunk

Acostumbrados a las distopías tipo Black Mirror, el mundo literario más activista ha lanzado su artillería para intentar contrarrestar esa visión pesimista del mundo: el solarpunk o greenpunk es un género literario que proyecta un futuro mejor en el que la tecnología, lejos de condenarnos, nos ha salvado. El término, heredero antagónico del cyberpunk, recoge esas obras que hablan de ciudades verdes movidas por energías renovables y comunidades fuertes que actúan juntas. ¿Su objetivo? Que, una vez imaginado ese mañana, nos pongamos manos a la obra para hacerlo realidad. 

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