El ecodiseño emerge como una herramienta poderosa para reducir el impacto ambiental, impulsando modelos de consumo más sostenibles y promoviendo la economía circular. Y sí: el cambio empieza en nuestra propia casa.
Al igual que en una conversación sobre tecnología donde hay casi un 100% de posibilidades de oír el nombre de Steve Jobs, es casi imposible hablar de diseño sin mencionar a Dieter Rams. El enfoque minimalista del creador alemán sentó las bases del diseño industrial moderno bajo las máximas de claridad, simplicidad y funcionalidad, combinando todos esos atributos con un cuidado sentido de la estética. Sus conocidos diez principios del buen diseño se pueden resumir en un lema que, décadas después, sigue vigente: menos, pero mejor. Una filosofía de aplicación imprescindible ante la emergencia climática que habitamos.
Crear productos atemporales, innovadores y centrados en las necesidades de sus usuarios puede sonar sencillo de decir, pero no lo es tanto. Por eso las enseñanzas de Rams son tan importantes: nos recuerdan que la belleza y la utilidad pueden coexistir armoniosamente en cada objeto que creamos. Si somos conscientes de que los recursos del planeta son finitos, ¿por qué no emplearlos en crear objetos bellos, útiles y duraderos que nos acompañen el mayor tiempo posible?
En ese contexto, el ecodiseño de productos es una herramienta poderosa para impulsar modelos de consumo más sostenibles que reduzcan el impacto ambiental. Según datos publicados por la Comisión Europea, hasta un 80% de los impactos socioambientales de un producto pueden preverse –y mitigarse– ya en la fase de diseño. Además, en paralelo, con un mejor diseño las compañías ahorran en costes de producción y fabricación, reduciendo también las emisiones en materia energética mientras contribuyen a un uso más consciente de los recursos naturales.
La certeza de que el ecodiseño de los productos redunda en beneficio del planeta, las personas y las compañías han hecho que estas últimas apuesten cada vez con mayor firmeza y sin ambages por este aliado indispensable para la transición a modelos más sostenibles. «Es algo que contribuye significativamente a minimizar el impacto ambiental de nuestros productos en todas las etapas, desde su concepción hasta el fin de su vida útil. Esto se logra mediante el uso de materiales sostenibles, la optimización de procesos de fabricación para reducir residuos y el diseño con nuestros proveedores de productos duraderos y reciclables», explica Cristina Sánchez, directora de Sostenibilidad e Impacto Positivo de Leroy Merlin España.
El cambio empieza en casa
La compañía busca crear entornos donde vivir mejor, e incorporar criterios de sostenibilidad, circularidad y durabilidad. Un enfoque que parte de un cambio de mirada respecto a la actividad de la propia empresa. Ahora, adaptada a la realidad de un consumidor que, cada vez más, busca alternativas sostenibles en su compra, y en donde Leroy Merlin facilita y ayuda a sus clientes de manera pedagógica para que sus decisiones de consumo supongan un beneficio para ellos y para el planeta. Cuidarles a ellos es también cuidar lo que nos rodea.
Esta tendencia de los usuarios, sumada a la emergencia climática y la legislación, exigen que la producción consciente sea mucho más que un acto de voluntariedad dentro de los planes de RSE. Es, de hecho, una oportunidad para liderar el cambio y redefinir los modelos de producción y consumo. El ecodiseño es una herramienta transformadora y necesaria para ello y que puede estar al servicio de los clientes de Leroy Merlin.
«El ecodiseño nos permite desarrollar productos cada vez más ’positivos’ de la mano de nuestros proveedores, para que sean más sostenibles desde su concepción, por ejemplo utilizando materiales reciclados o reciclables y minimizando el impacto ambiental durante todo su ciclo de vida», explica Sánchez.
Además de formar a sus proveedores en materia de sostenibilidad, para garantizar la trazabilidad de todo el proceso, la compañía mide y certifica el grado de cumplimiento de sus productos según más de treinta criterios ambientales, éticos y sociales. Es lo que la compañía ha denominado estrategia de Productos Positivos y que permite mejorar los productos al incluir criterios de ecodiseño. Esto permite alargar la vida útil del producto y mejorar su rendimiento, lo que redunda también en un menor consumo energético de los hogares y, por tanto, un beneficio para los clientes.
Así, de la mano de sus proveedores, la compañía trabaja para mejorar el desempeño de los productos a lo largo de toda la cadena de valor. En este proceso, por ejemplo, se tiene en cuenta de qué materias primas se compone cada producto, qué sucede durante el proceso de fabricación y transporte y cuáles son las características y condiciones para poder repararlo, reciclarlo o desecharlo llegado el momento. Como ejemplifica la portavoz de la compañía en sostenibilidad, este compromiso de mejora se ha materializado en el lanzamiento de un césped artificial sin látex o de las pinturas Biobase, fabricadas con elementos naturales.
Pedagogía para cuadrar el círculo perfecto
La economía circular, en todas sus dimensiones, es una de las cuestiones centrales en el debate sobre sostenibilidad: no consiste solo en reducir lo máximo posible el uso de los recursos, sino en alargar también su vida útil, la ciudadanía también lo reclama.
Según el último Barómetro de Economía Circular de Oney, el 66 % de los españoles ha comprado algún producto procedente de la economía circular en el último año y el 46 % de ellos lo ha hecho varias veces. Para la mayoría, la principal motivación que les ha llevado a hacerlo es precisamente evitar los residuos.
Con esta perspectiva, la compañía ha puesto en marcha iniciativas como Casi Perfectos –que ofrece productos con ligeros desperfectos estéticos a precio reducido– o WeCare –un soporte de postventa que incluye la reparación de productos procedentes de devoluciones para poder darles una vida nueva–, enfocados en la reutilización y reparación para promover también un consumo responsable. «De esta manera, contribuimos a cerrar el ciclo de vida de los productos, convirtiendo los residuos en recursos útiles y promoviendo una economía más circular», apunta Sánchez.
Para lograr la transición hacia otro modelo más sostenible y circular, la sensibilización de los consumidores es un aspecto fundamental… y, a menudo, una tarea pendiente. Según el informe Sostenibilidad, la visión ante un futuro incierto publicado por Forética en 2022, casi el 80% de los ciudadanos reconoce que si no consume productos o servicios sostenibles es porque es difícil informarse y más de la mitad de ellos afirma haber dejado de hacerlo debido a malas prácticas en materia social o ambiental.
«Las empresas tenemos una importante misión pedagógica: debemos enseñar y ayudar a los consumidores a identificar y valorar prácticas más sostenibles, algo que va mucho más allá de impulsar un cambio de hábitos. Como compañías, debemos promover que la información asociada a los productos sostenibles sea más clara y entendible por parte de la ciudadanía», subraya Sánchez.
En el caso de Leroy Merlin, la educación y sensibilización pasan por el fomento de los mencionados Productos Positivos, el ecodiseño o las iniciativas de circularidad, pero también por programas para llevar la conciencia ambiental a los más pequeños. Es el caso de Hazlo Verde, un programa de promoción de hábitos de consumo sostenible y descubrimiento de los ODS que ya va por su octava edición y por el que han pasado más de 800.000 estudiantes de casi 7.000 centros escolares de toda España.
Aunque a veces no lo veamos, el diseño está en todas partes, desde la lámpara que ilumina nuestro salón a la forma de pensar un programa que ayude a concienciar a los niños y niñas de la importancia de respetar los recursos naturales. Cada decisión de diseño es una oportunidad para moldear un futuro más brillante desde nuestra propia casa: cada línea trazada y cada material elegido nos acercan un poco más a las soluciones que necesitamos para construir un mundo en el que el progreso y la naturaleza (con)vivan en armonía.