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El agua que se viste

El día que decides ponerte un look básico compuesto por unos vaqueros y una camiseta, llevas encima más de 10.000 litros de agua. Hacer un uso responsable en nuestro día a día pasa por ser consciente de nuestro consumo hídrico en casa, pero también por tomar decisiones a la hora de comprar ropa.


Nos acercamos a uno de los grifos que tenemos ubicados en cualquiera de las estancias de nuestra casa, lo abrimos y de él sale agua. El acceso a esta materia tan común en nuestra vida es algo impensable para gran parte de la población: el agua se ha convertido en un bien escaso para cierta parte de la sociedad.

Debemos tener en cuenta que no solo estamos contaminándola a un ritmo más rápido que la capacidad de la naturaleza para reciclarla, sino que actualmente más de 2.000 millones de personas viven sin acceso a agua potable o sistemas de saneamiento. Una realidad a veces impensable en nuestro día a día. Es por ello que se hace más necesario que nunca un uso responsable del agua en nuestro día a día, disminuyendo así nuestra huella hídrica, el volumen de agua dulce utilizado a lo largo de toda la cadena de producción de un bien de consumo o servicio.

Podríamos afirmar que el principal uso –o mal uso– que hacemos del agua como humanos y consumidores no se encuentra tanto en el uso responsable de la que sale del grifo sino más bien en los productos y servicios que consumimos. Y es aquí donde la forma de vestirnos, la ropa que escogemos, tiene mucho que decir y mucha agua que ahorrar.

¿Sabías que producir unos vaqueros implica un consumo de entre 7.000 y 8.000 litros de agua? Es decir, el equivalente a lo que puede beber una persona en 10 años. Para producir una camiseta se requieren 2.700 litros, así que el día que decides ponerte un look básico compuesto por unos jeans y una camiseta estarás llevando encima el gasto de más de 10.000 litros de agua.

La industria textil, además de ser una de las industrias más contaminantes del planeta, generadora de enormes cantidades de residuos y desigualdades sociales, es la segunda industria con mayor consumo de agua: 93.000 millones de m3 el año pasado, la cantidad necesaria para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Además, es responsable de aproximadamente el 20% de las aguas contaminadas del planeta. ¿Y cómo puede ser esto posible? ¿Dónde se produce este enorme desperdicio?

Podemos hablar de tres momentos. El primero proviene del origen, es decir, de la obtención de la fibra: aquí se da el mayor % de la huella hídrica de la industria. Para hacernos una idea, producir un kilogramo de algodón convencional implica el consumo de más de 10.000 litros de agua. Y el algodón convencional está presente en más del 40% de las 80.000 millones de prendas que se producen cada año.

En segundo lugar, debemos tener en cuenta el proceso de hilado y tejeduría, donde el consumo de agua quizás es menor, pero es donde mayor contaminación de agua se produce. La fase final es el uso de las prendas. Aquí el peso recae en los propios usuarios a través del consumo de agua para el lavado de las prendas, momento en que se genera la emisión de los tristemente conocidos microplásticos, pequeñas partículas de plástico de no más de cinco milímetros de tamaño, con elevada presencia en nuestros mares y ecosistemas marinos.

Cómo podemos cambiar esto

Reducir esta huella hídrica de la industria y evitar el despilfarro de agua y su contaminación es posible. Es aquí donde surgen dos grandes soluciones. Por un lado, el ecodiseño. Por diseño entendemos el poder dar respuesta a las necesidades funcionales, de comodidad o protección buscadas por el usuario a la hora de comprar una prenda, y a esta fase le añadimos una dimensión eco. Si en la fase de diseño se establecen o definen casi el 80% de los impactos medioambientales de una prenda, añadir una dimensión eco al diseño puede y debe ayudarnos a reducirlos. Así, esta fase se centra en tenerlos en cuenta y buscar la manera de minimizarlos, desde diferentes momentos de la producción:

  • Desde el origen, ya que el uso de materiales ecofriendly como es el algodón orgánico –donde su obtención tiene un menor impacto medioambiental– o el poliéster reciclado –usando el plástico de los residuos como materia prima para obtener poliéster– puede ayudar a reducir el consumo de agua en esta fase hasta en un 91% y 75% respectivamente.
  • Desde el proceso, buscando sistemas más eficientes de uso del agua para la obtención de fibras o tejidos, disminuyendo los niveles de contaminación al apostar por tintes más ecológicos, o buscando sistemas de recuperación de agua usada.
  • Desde el final, fomentando y facilitando, por ejemplo, el reciclaje de las prendas de algodón para volver a obtener nuevas fibras y tejidos donde el consumo de agua será casi nulo. Por ejemplo, la elaboración de un kilo de hilo reciclado equivale a un ahorro de 20.000 litros de agua.

Por otro lado, debemos apostar por la concienciación. Está en nuestras manos –o en manos de las empresas si hablamos de ropa laboral–, la posibilidad de minimizar la huella hídrica de la industria textil, y por ende, de las marcas fabricantes de las prendas que decidimos vestir.

Tomar conciencia del problema y sentirse empoderado para cambiar la dinámica de nuestras decisiones es vital. Apostar por prendas elaboradas con materiales sostenibles, ser conscientes de los impactos que se derivan de la industria, reducir el número de lavados de las prendas o realizar lavados en condiciones óptimas y eficientes y a alargar la vida útil de nuestras prendas –por ejemplo, prolongar el uso 9 meses implica reducir el consumo de agua en un 20-30%– marca la diferencia. También lo hace el tomar conciencia del uso abusivo que hacemos del fast fashion. La próxima vez que vayamos a comprar, preguntémonos si realmente lo necesitamos: no olvidemos que la prenda que menos agua consume es aquella que no compramos.

Ante la crisis actual y la falta de agua, no solo debemos hacer un uso responsable del grifo, sino estar atentos y mirar a nuestra forma de vestir. Las decisiones que tomemos a la hora de comprar ropa y vestirnos pueden hacer más de lo crees por un uso correcto y eficiente del agua y por el planeta.


Luis Ribó es cofundador de Circoolar.

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