El sueño (real) de montar una librería rural

Quizá porque el mundo parece encaminarse inexorablemente hacia lo urbano –las ciudades son el hogar de la mayoría de la población, y las predicciones estiman que cada vez lo serán más–, no son pocas las personas que fantasean con irse a vivir a un pueblo a rodearse de naturaleza en un entorno descongestionado de gente. Cuando además eres un apasionado de la literatura, montar allí una librería es un sueño doble, la escena de una película de sobremesa. Y, por suerte, a veces esos deseos se hacen realidad.

Si, según CEGAL, en España hay 3.208 librerías independientes –o, lo que es lo mismo, casi siete por cada 100.000 habitantes–, una cuarta parte de ellas está situada en localidades que cuentan con menos de 25.000 vecinos. «Lo importante es generar una librería de calidad, innovadora, con unos principios y valores claros, y que sea dinámica, adaptándose al entorno y los cambios que se van generando con el paso de los años», aseguran Adriana Galve y José Miguel Martín, fundadores de El Reino del Revés, un establecimiento abierto en Andorra (Teruel), de 7.000 habitantes. La abrieron en 2014, con el convencimiento de apostar por el autoempleo y dinamizar culturalmente el entorno rural. Hoy, trabajan tres personas en su librería.

Su historia no es la única. «Cuando llegué aquí, les comentaba a los vecinos mis planes», apunta Meritxell-Anfitrite Álvarez, y estos acababan diciéndole «estás loca, si aquí la gente no lee». No ha sido así. Ella abrió NaturaLlibres en la que había sido la casa de su abuela, en Alins (Lleida), en los Pirineos, un pueblo que ni siquiera llega a los 300 vecinos, y sus clientes son tan variados como los habitantes de la comarca. Como ella explica, en la zona la gente no tiene ningún problema en ir al pueblo de al lado a por aquello que necesitan, igual que te mueves de un barrio a otro en la ciudad. Y también necesitan una librería. 

Además de vender libros, estos establecimientos también hacen presentaciones y eventos, ampliando de forma significativa la oferta cultural en las zonas más despobladas, un importante atractivo a la hora de fijar población y luchar para que la gente quiera volver a vivir allí. Conoce sus historias –y la de los gallegos  A Libraría de Proenciaen este reportaje de Raquel C. Pico en Yorokobu.

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