En verano, las horas centrales del día son sinónimo de calles desiertas por las que nadie, o solo quien tiene que hacerlo por necesidad, se atreven a pisar el asfalto. Si en las grandes ciudades hace años que se ven grandes toldos colocados para intentar paliar la situación –pensemos en los que cubren la céntrica calle Preciados en Madrid o la malagueña calle Larios–, en el mundo rural también tienen el mismo problema, pero en algunos ya le dan una solución más tradicional y eco, dos conceptos que suelen ir de la mano. Es el caso de Valverde de la Vera (Cáceres) y el proyecto Tejiendo la calle.
La arquitecta Marina Fernández Ramos lidera desde hace una década este proyecto con el que los vecinos de este pueblo, en pleno corazón de la comarca de la Vera, tejen a lo largo del año unos coloridos parasoles para proteger sus calles de los rigores veraniegos. Aunque por la estética los toldos recuerdan a las típicas mantas de ganchillo, para su confección utilizan plástico, concretamente las típicas bolsas de supermercado que, aunque cada vez se utilizan menos, siguen siendo un elemento habitual que se acumula en casa.
Los vecinos, a lo largo del año, van «cosechando» este material de cara al verano. Se consideran incluso «espigadoras del plástico». Bolsas de la compra, impermeables que quedan en la calle, embalajes de pedidos que le guardan las dueñas de la tienda… Los vecinos de esta localidad van guardando el género y atendiendo a sus colores –el rojo de las bolsas navideñas, el verde de las bolsas del mercadillo–, lo que da como resultado un vistoso parasol que cubre sus calles en los meses estivales. Un ejemplo perfecto de economía circular que sirve, además de para vestir la localidad, para tejer aún más redes entre sus vecinos.
Hoy, el resultado de este proyecto con ya diez años de trayectoria se recoge hoy en el libro Tejiendo la calle, en el que la impulsora del proyecto, con el apoyo de las fotografías de Manuel V. Fernández –su padre, que lleva años documentando la vida en la comarca– y de Asier Rúa. Puedes saber más y ver algunas de esas impresionantes fotografías en este reportaje de Gema Lozano en Yorokobu.
