Pensar qué es lo que nos hace humanos es una de las grandes preguntas de la antropología y la ciencia, que han ocupado muchas páginas, tiempo y espacio en intentar responderla a lo largo de los siglos. Las investigaciones sobre ello, por supuesto, abarcan matices para todos los gustos y sitúan ese nacimiento de la consciencia en distintos puntos de la larga línea temporal de nuestra especie.
El biólogo y paleoantropólogo Ignacio Martínez Mendizábal –Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1997)– lleva décadas buscando respuestas a esas cuestiones y apunta a un momento clave: la muerte. Es decir, saber que vamos a morir y ocuparnos de nuestros semejantes que lo han hecho indica que detrás hay una mente consciente de que la vida se termina, y eso es algo que nuestros antepasados homínidos ya sabían.
Aunque no podamos viajar en el tiempo para saber cuándo apareció exactamente la consciencia humana, bucear los restos que nos dejaron puede dar algunas pistas. «Hay investigadores que creen que hubo un pequeño cambio genético en nuestra evolución que hizo que empezáramos a ser conscientes. El problema es que ese clic neuronal no fosiliza y nosotros somos especialistas en huesos y piedras rotas, que es lo que conservamos», explica el paleoantropólogo.
Pero, ¿qué es la consciencia? Para él, «es que nos preguntemos sobre las cosas, sobre qué somos y cómo tenemos que organizarnos, aunque luego haya muchas formas de llevarlo a la práctica, como vemos en los diferentes tipos de civilizaciones que hemos conformado a lo largo de la historia».
Si quieres seguir buceando en sus declaraciones acerca de qué nos diferencia –y qué no– de nuestros antepasados de Atapuerca de la mano de Martínez Mendizábal, puedes leer el reportaje de David G. Maciejewski aquí.