Muchas veces, por irónico que pueda parecer, la muerte nos despierta a la vida. Eso es lo que quiere transmitir la directora Pilar Palomero con su nueva película, Los destellos, por la que está nominada al Goya al Mejor guion adaptado. Una cinta en la que una mujer que lleva mucho tiempo separada de su exmarido decide acompañarle en sus últimos días. Una historia llena de sensibilidad que consigue captar la belleza en esos momentos tan complicados como son la enfermedad y la pérdida de un ser querido en una oda al amor que nos une y nos hace más humanos.
¿Qué son esos destellos que dan título a la película?
Para mí son esos fogonazos que pueden ser de muchas formas: ya sean recuerdos, momentos casi epifánicos en los que te das cuenta de que estás siendo feliz o que eres consciente de la vida. Los destellos son todo lo que suponga algo de luz en la oscuridad, algo que sale de lo que estamos acostumbrados.
Esos destellos funcionan como una reivindicación de la vida. Y eso que la trama gira en torno a la muerte.
Para mí es una película sobre la vida. La muerte es casi más una excusa para hablar sobre ella. Cuando te toca la enfermedad o la muerte de alguien cercano, ese hecho te posiciona diferente ante la vida. Todo cambia. La idea también detrás de la película era que la gente, después de verla, sea consciente de que hay que cuidar las relaciones.
También de que hay que afrontar la muerte de manera más natural y no darle la espalda. En la cinta hay algunos momentos de normalidad ante esta situación.
Creo que vivimos en una sociedad, al menos la nuestra, muy de espaldas al hecho de que vamos a morir. Hay una frase que dice el médico de paliativos que creo que debemos tener muy presente: todos tenemos fecha de caducidad. Hay que ser conscientes de ello sin regodearnos en la idea de finitud. Tener claro que estamos aquí por un tiempo limitado es una forma de liberación, de poder aligerar un poco para estar más presentes en la vida y que haya menos ruido mental. Esto obviamente es la teoría, sé que es más difícil ponerlo en práctica. Pero la película anima a reflexionar sobre ello.
Esa enfermedad, tanto del que la vive como de las personas que están con él, es más sencilla gracias a los cuidados. ¿Por qué querías poner el foco ahí?
Todo parte de un cuento de Eider Rodríguez. Yo intenté contar esa red que se crea entre todos los personajes: la madre cuida a su expareja, el novio a la madre, la hija a la madre… Creo que no es tanto cuidar a alguien cuando hay una enfermedad, sino de que los cuidados deben estar siempre, no cuando hay una situación de emergencia. Cuidar es algo tan sencillo y tan complicado como estar pendiente de la gente que tienes alrededor y verlos. ¿Cuántas veces nos ha pasado que hemos estado sufriendo sin que la gente de nuestro alrededor se dé cuenta? ¿Y al revés? Para mí eso son los cuidados. En la película, más que los cuidados, he intentado representar el amor, que no tiene por qué ser romántico. Un AMOR en mayúsculas: ese que nos une y nos hace más humanos.
Todo ello lo cuentas desde los fuera de plano. Por ejemplo, son las caras de la protagonista y de la hija las que nos narran muchas veces lo que está ocurriendo.
Esto surgió así. Creo que cada película tiene su lenguaje y es como yo lo sentí. Los destellos es una película en la que para mí era muy importante que se mantuviera un nivel de sutilidad constante. E, igual que en la vida, creo que es más importante lo que hacemos que lo que decimos. Que es más sencillo decir te quiero que demostrarlo con actos. Por eso el peso de la acción ha caído en las cosas que no se dicen, en las miradas, en gestos que quizá han pasado desapercibidos pero que se ve que hay mucho cariño, amor y cuidados detrás.
También tienen mucho peso los objetos y los lugares compartidos por los protagonistas.
He intentado poner mucho el foco en la memoria de los objetos y los espacios. Creo que todo lo material tiene una carga emocional y un significado muy profundo en nosotros. Así, una piedra con forma de foquita siempre va ser importante para la expareja de mi película, pero alguien que no los conozca seguramente la tiraría. Todos tenemos cosas con las que nos vinculamos, que nos construyen y que nos hacen ser quienes somos.
La cinta está basada en un cuento de Eider Rodríguez, pero se nota cierta implicación tuya. Hay mucho de ti volcado en ella.
Creo que es mi película más personal. Algo que no está reñido con el hecho de que parta del relato de Eider Rodríguez. Al revés, crear una historia con unos personajes que ella inventó me ha permitido liberarme para hablar de cosas que son muy mías, que tienen que ver con mis vivencias. No que yo haya pasado por ello, pero sí que hay muchas emociones que están en la película por las que he transitado. Ellas son la razón de por qué he querido hacerla. También del paso del tiempo, de lo que perdura y lo que desaparece una vez que no estamos aquí; sobre las huellas que dejamos o que nos dejan las personas. Siento que se plantea la duda de que como el relato no es mío, es menos personal. Pero para mí ha sido al revés: ha sido el vehículo que me ha permitido hablar de cosas muy mías.