Los profesionales senior se enfrentan a una paradoja: mientras acumulan experiencia y sabiduría, ven disminuir sus alternativas de empleo. En pleno invierno demográfico, no hay más opción que desterrar los prejuicios y los estereotipos edadistas: la silver economy es una oportunidad para que las empresas valoren la experiencia, pero también una vía para que los profesionales que siguen teniendo ganas de marcha se reinventen sin importar su edad.
Dicen que con los años se ganan muchas cosas. Experiencia, sabiduría, serenidad, mano izquierda… Y también se gana en posibilidades de convertirse en un desempleado de larga duración si uno tiene la desgracia de perder su trabajo una vez rebasados los 50 años. A tenor de las estadísticas, algo que no parece mejorar con la edad es la empleabilidad. Según los últimos datos de la EPA, uno de cada tres desempleados en nuestro país tiene 50 años o más. De ellos, la Fundación Adecco, estima que el 56% lleva más de un año sin encontrar trabajo, y que el 75% no ha realizado ninguna entrevista para poder encontrarlo en los últimos seis meses.
Estas cifras contradicen un discurso corporativo que reivindica que en España no existe edadismo, es decir, discriminación por razón de edad. «La edad suma un importante inconveniente a la hora de que los currículums de personas que superan los 50 años formen parte de procesos de selección, ya sea porque el algoritmo de las ofertas de empleo filtra por ese criterio y los elimina o porque son las propias empresas o reclutadores quienes descartan automáticamente estos perfiles sin fijarse siquiera en sus habilidades o conocimientos», denuncia Elsa Novo, responsable de Proyectos de Formación para el Empleo en Fundación Endesa y Generación Savia.
«Es una absoluta pérdida de competitividad renunciar a una fuerza laboral creciente como las personas mayores de 50 años»
Para Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, el recorrido que permitirá reducir la brecha entre la narrativa inclusiva y la realidad del empleo de este grupo de población se encuentra aún en una fase muy incipiente en España. «Las empresas se están empezando a despertar ahora al talento senior». Aunque reconoce que, aunque algunas compañías están impulsando ya «políticas para optimizar la experiencia de los empleados durante todo su ciclo de vida profesional», esto no es la tónica general, es optimista y cree que el ejemplo acabará cundiendo. «En primer lugar, por una cuestión de pura sostenibilidad: no existen suficientes jóvenes para reemplazar a la creciente masa de trabajadores que se jubilan. Y, en segundo, porque es un absoluto contrasentido y una pérdida de competitividad renunciar a una fuerza laboral creciente y dominante como son las personas mayores de 50 años», argumenta.
Esa silver economy que representa la fuerza de trabajo que nació antes de mediados de los años 70 puede aportar mucho valor a una compañía. Elsa Novo recuerda que el talento senior atesora una serie de competencias y capacidades que ha ido desarrollando a lo largo de toda una vida de trabajo, «habilidades como la resiliencia, la resolución de problemas o la toma de decisiones, que son hoy más necesarias que nunca para sortear entornos volátiles y de incertidumbre como son los actuales». Pero es que, además, apostilla, «los profesionales mayores de 50 años poseen conocimientos, sabiduría, red de contactos y mucho talento».
Acabar con los (malditos) estereotipos boomer
Una de las razones que lastran las posibilidades de los profesionales más veteranos, tanto a la hora de incorporarse a un nuevo trabajo como a la de desarrollarse en su puesto actual, son los prejuicios. Analfabetismo digital, menor energía y dinamismo o escasa flexibilidad son algunos de los sambenitos que suelen perseguir a las canas de los boomers. Otras ideas perniciosas muy extendidas son que el trabajador senior «está sobrecualificado o que, por el contrario, le falta especialización, que va a solicitar salarios más altos que personas más jóvenes…», abunda Elsa Novo.
En opinión de Mesonero, ese tipo de pensamientos son simplistas y no siempre se corresponden con la realidad. «Se presupone, por ejemplo, que los jóvenes poseen un dominio absoluto de las herramientas tecnológicas y de las redes sociales, mientras que los senior no saben nada de ese mundo. Pero, en la práctica, muchos profesionales veteranos han desarrollado habilidades y capacidades tecnológicas a lo largo de su trayectoria. Con la particularidad de que aportan, además, valores estratégicos como la experiencia, la madurez, el pensamiento crítico o la toma de decisiones conscientes que revalorizan su perfil, un valor añadido para cualquier organización».
«Las plantillas intergeneracionales son mucho más enriquecedoras, diversas y productivas»
Desterrar el edadismo laboral pasa por poner en marcha iniciativas para que el talento senior siga siendo una pieza crucial en sus equipos. «Las plantillas intergeneracionales son mucho más enriquecedoras, diversas y productivas: trabajadores mayores y jóvenes pueden aprender mucho los unos de los otros», comenta Novo. La formación es otro territorio propicio para aplicar la ‘prueba del algodón’ de la inclusión corporativa. «Algunas compañías se muestran reticentes a invertir en la formación o el aprendizaje de personas a las que perciben en una fase cercana a la jubilación», lamenta Mesonero. Para él, es importante cambiar esa forma de pensar para que los senior «no pierdan cualificación y que sus competencias estén permanentemente alineadas con las necesidades de la compañía». Novo coincide: «Una persona que posee la experiencia y el know how de la compañía tiene mucho más valor si está actualizada en las últimas tendencias laborales».
Cuestión de Estado
En un contexto de claro invierno demográfico, los expertos subrayan que combatir el edadismo laboral es una misión prioritaria para el presente y el futuro del empleo. «Nos corresponde a todos impedir que una sociedad como la nuestra prescinda del valor que aportan los seniors al tejido empresarial y social del país», afirma Novo. Por su parte, el director general de la Fundación Adecco insiste en la importancia de la colaboración público-privada y de «invertir en la formación y el desarrollo de estos profesionales a través de políticas activas de empleo. Los sénior son un eje tractor y vertebrador del país».
Pero no son solo las empresas quienes tienen tareas pendientes. También los propios profesionales veteranos deben poner de su parte si quieren neutralizar esos prejuicios que les impiden alcanzar sus objetivos laborales. «Es fundamental que se formen, trabajen su marca personal en redes profesionales y sigan aportando, compartiendo conocimiento y cuidando su red de contactos», concluye Novo.
Emprendedores de plata
El amor no tiene edad… y la capacidad para reinventarse, tampoco. En los últimos años, vías alternativas a las contrataciones tradicionales están ofreciendo nuevas e interesantes posibilidades laborales a los trabajadores de mayor edad. Figuras como el interim management –refuerzos estratégicos externos con perfil senior–, la consultoría o el trabajo por proyectos brindan a empresas y profesionales un grado de flexibilidad que hace posible que mucho talento senior siga creciendo en infinidad de proyectos.
El emprendimiento es otra de esas opciones. Iñaki Espinosa, presidente de SQRUPS, creó su empresa cuando ya tenía 58 años. «La experiencia y vivencias de trabajos anteriores te ayudan a reducir los errores, pero si eres realmente emprendedor, apuestas por la innovación sin importar la edad. Siempre eres joven», afirma.
Para este empresario existe una diferencia fundamental entre lanzarse a emprender con 20 ó 30 años a hacerlo con más de 50: el foco. «Cuando puse en marcha este proyecto sabía que posiblemente sería el último, así que me propuse centrarme en él sin atender a otras ideas empresariales que, cuando eres emprendedor, siempre te tientan. Ese es un factor diferencial».
¿Qué consejo ofrecería a una persona que, como él, se esté planteando iniciar su propia aventura empresarial a pesar de lo que diga la fecha de nacimiento de su DNI? «Que queme los barcos, que se centre en el proyecto que tenga entre manos, que le saque el máximo. Que, tenga los años que tenga, luche por él y piense que ése será el proyecto definitivo de su vida».