Jirafas y chacales: jugando a comunicar con empatía

Los juegos de mesa, además de ser divertidos, también pueden enseñarnos a cosas tan importantes como a comunicarnos sin dañar al otro. Si hace medio siglo el psicólogo Marshall Rosenberg acuñó el concepto de comunicación no violenta (CNV) y creó un manual de entrenamiento de su modelo que, actualizado, pervive en la actualidad –con observaciones, sentimientos, necesidades y peticiones– hoy el juego Jirafas y chacales lo pone en práctica de una manera contemporánea y atractiva.

Sus creadores son el equipo formado por Jose Abellán (Ciudad de la Sombra), Clara Sepulcre (Labalaire) y la ilustradora María Pascual, más conocida como María Maraña.  Hace cinco años, descubrieron la CNV y pensaron en crear un juego con el que poder ponerla en práctica. «Con el que poder divertirse, equivocarse, repetir y, sin darse cuenta, aprender una comunicación desde el corazón y el respeto mutuo. Porque sabemos que, si jugamos, aprendemos», explican.

Así, con su dinámica y las ilustraciones de María Maraña, se lanzaron a la creación. Tres años de trabajo, ensayos y errores después, al inicio de la pandemia, lanzaron una campaña de crowdfunding para hacer realidad la primera edición, que se agotó. Ahora, tienen en marcha la segunda campaña en Verkami para producir una nueva versión mejorada y limitada.

La dinámica de Jirafas y Chacales es sencilla: se trata de un juego de cartas en el que, a través de un role playing, se plantean situaciones que pueden jugarse desde el punto de vista de una jirafa –tendiendo puentes, comunicándose empática y autoempáticamente– o de un chacal –de forma tramposa, con juicios y expresiones que no transmiten lo que queremos decir–. De hecho, eran los animales que Rosenberg utilizaba en sus dinámicas. «El chacal es un lenguaje de juicios, exigencias, culpas, reproches y consejos. Su objetivo es querer cambiar al otro y reaccionar, usando un lenguaje que aleja. La jirafa, al tener el cuello tan largo, tiene una visión más alejada de las situaciones y es el animal terrestre con el corazón más grande. Según el autor, es un animal que habla poco, escucha mucho y le afectan menos las cosas. Su objetivo es cuidar la relación aceptando al otro (y a una misma), usando un lenguaje que acerca», explican.

Todo esto se plantea de forma visualmente atractiva gracias a las ilustraciones de María Maraña que, según los creadores, «reflejar la conexión con las demás personas y con nosotras mismas. Por eso en muchas de ellas aparece el recurso de la simetría entre elementos que se relacionan en forma de espejo». Te cuenta más Carmen Lago en este artículo en Yorokobu.

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