El cine es algo en constante reinvención y, como otros sectores, también está trabajando en reducir su huella de carbono. Con el thriller El instinto, el director novel Juan Albarracín ha realizado el primer largometraje de ficción neutro en carbono –pero no en suspense– del cine español.
«El cine… ese invento del demonio». Eso pensaba el poeta Antonio Machado hace un siglo. Hoy, su pensamiento tiene otro significado, aunque quizá no haya cambiado del todo: nos sigue atrapando, nos enamora y nos sorprende. Es capaz de crear sueños, alimentarlos y hacerlos reales. Ese invento –del demonio– mantiene viva la máquina de la emoción para quienes disfrutamos de las películas, pero incluso más para aquellos que las crean o sueñan con hacerlo.
El joven director Juan Albarracín llega del estreno a nivel mundial de su ópera prima, El instinto. La película es la ganadora del Festival Internacional de Cine de Albacete (Abycine), ha sido galardonada con los premios a Mejor Película y Mejor Guion en el Festival TerrorMolins y seleccionada en otros festivales alrededor del mundo, de Buenos Aires a México DF, pasando por Bélgica o Noruega. Sólo tiene 24 años.
«Dany Campos, de la productora independiente Pópulos Films, me propuso hacer una primera película, barata y vendible. Ya habíamos trabajado juntos y, de hecho, mientras terminaba la carrera ya le había sugerido hacer un guion a modo de proyecto final de grado. Me dio luz verde, empezamos a trabajar y hemos llegado aquí», explica el joven cineasta.
El resultado es un thriller psicológico rodado íntegramente en la Región de Murcia, tierra natal del creador, y con un equipo técnico también joven como él. Cuenta la historia de un arquitecto que sufre agorafobia y recurre a métodos poco ortodoxos para superar esta condición.
«La idea era hablar del sentimiento colectivo de opresión que compartimos todos después de la pandemia. A la vez, quería hacer algo que no tuviese que ver con ella. La película, al fin y al cabo, habla de un confinamiento, pero desde una perspectiva muy distinta», puntualiza Albarracín.
Para este primer trabajo, que toca las fibras precisas para mantener la tensión minuto a minuto, el cineasta ha contado con un trío estelar: Javier Pereira (ganador del Goya a Mejor Actor por Stockholm), Eva Llorach (ganadora del Goya a Mejor Actriz Revelación por Quién te cantará) y Fernando Cayo (La casa de papel, El orfanato).
«En este proyecto coinciden un buen guion y un personaje interesante, así que tenía muchas ganas de participar en la película», explicaba Javier Pereira, protagonista de la cinta, a El Blog de Cine Español. «Una ópera prima siempre conlleva riesgo, pero, en este caso, no parece que hablemos de alguien que está empezando: la factura de la película muestra todo lo contrario. Estoy muy orgulloso de formar parte de El Instinto».
«Queríamos hacer una película comercial con un sello de autor fuerte. Decidimos hacer un thriller porque queríamos que se dirigiese al gran público», apunta el creador. En su opinión, lo que hace diferente a El instinto es que parte de una premisa diferente. «La película no recurre al espectáculo desde el principio, sino que busca una evolución que atrape».
Una producción pionera (y verde)
Además de ser un proyecto especial por tratarse del debut de su director, El instinto también lo es por otra razón distinta: es el primer largometraje de ficción que tiene huella de carbono cero en nuestro país. «Había otros proyectos audiovisuales que lo habían conseguido, pero todos ellos eran documentales. Nosotros queríamos ser la primera película de ficción sostenible en nuestro país», cuenta Dany Campos, el productor de la cinta.
Conseguirlo no es una tarea sencilla. El equipo ha realizado un análisis meticuloso del impacto ambiental de la película, estudiando las emisiones generadas durante el rodaje –unas 45 toneladas de CO2, cantidad reducida en comparación con una producción audiovisual estándar– y también una vez finalizada: cartelería, anuncios, viajes de promoción, estancia en festivales… «Una vez estimada esa cantidad, calculamos cuántos árboles hacen falta para neutralizar esas emisiones. Compramos árboles autóctonos para plantar en la zona en la que realizamos el rodaje. Gracias a los árboles adultos, esperamos absorberlas en un año, pero después seguirán aportando beneficios al entorno», cuenta Campos.
El productor se muestra especialmente crítico con un sector que, aunque realiza avances, aún está lejos de adoptar la sostenibilidad como norma. En su opinión, teniendo en cuenta las grandes inversiones que requiere sacar una película adelante «dedicar una pequeña parte del presupuesto a sostenibilidad se hace moralmente obligatorio».
Como reconoce, existen ayudas y apoyos a nivel institucional, pero en otras muchas ocasiones se prioriza la inversión en publicidad a mejorar el desempeño en materia de impacto positivo. «Para quienes tenemos una cierta conciencia y confianza en la comunidad científica, esto es urgente. Podemos hacer cambios ahora y evitar mayores daños. Lo que hemos hecho es aplicable a proyectos de todo tipo, no sólo cine, sino de cualquier naturaleza», puntualiza.
Por su parte, Albarracín considera que esa visión también se aplica en los trabajos artísticos, pero aclara que este esfuerzo por una producción más sostenible no conllevó ninguna intromisión en la parte narrativa o creativa. La calidad de la película siempre estuvo asegurada.
La calidad del producto artístico es, para todo director, lo más importante. El instinto es una película sostenible, responsable. Es una película inteligente y joven. Ritmo, tensión, suspense, originalidad. Ya tiene el respaldo de la crítica y, cuando en mayo llegue a salas, lo tendrá también del público.