masculinidad siglo xxi

La masculinidad en el siglo XXI

Solo el 10% de los hombres jóvenes españoles dicen sentirse dentro de esa metafórica caja de la masculinidad hegemónica. ¿Qué significa hoy ser «un hombre de verdad»? La redescubierta polisemia ha aligerado el peso de la mochila de muchos, dejando hueco para cuestiones como los cuidados, el deseo o la amistad. También ha dado alas a una forma de entender la estética en la que caben todas las prendas, formas y colores siempre y cuando te hagan sentir bien.


Fotografía: JavieRomán

Estilismo: Lara Ontiveros

Maquillaje y peluquería: Alice Crue


El revuelo empezó con Harry Styles. Poco después, siguió con Bad Bunny. Ataviados con vestidos y faldas diseñados por marcas de lujo, las dos estrellas internacionales posaron con orgullo frente a la cámara. Dos revistas, dos estilos, dos sets, una misma pregunta velada, pero siempre latente: ¿qué es ser hombre? Mucho antes de ellos, otros ya habían mostrado su propio cuestionamiento de la masculinidad. Hace décadas, cantantes de la talla de David Bowie, Freddie Mercury, Elton John o Miguel Bosé también decidieron aprovechar su influencia para romper, desde lo estético y más allá, con los roles de género en la industria musical. Por ende, la ruptura llegó a la sociedad.

Unos y otros han logrado redefinir lo masculino en uno de los sectores que mejor permiten dar rienda suelta a la expresión. La moda, de la mano de los avances en materia de igualdad, ha abierto cada vez más las posibilidades de construir identidades que cuestionen lo que se espera de un hombre. Hoy nos leemos de forma muy distinta a como lo hacían no solo nuestros abuelos, sino nuestros padres: según un estudio de la Fundación Fad, solo uno de cada diez hombres jóvenes españoles dicen sentirse dentro de la metafórica caja de la masculinidad hegemónica tradicional.

El avance de la igualdad ha dejado irrumpir –o ha dado espacio– a identidades de género y relaciones sexoafectivas cada vez más diversas, en las que la línea entre lo femenino y lo masculino va desdibujándose: ya no hay una única forma de expresarse como hombre, ni tampoco como mujer. Replantearse la forma de estar en el mundo mediante la estética puede ser una buena forma de empezar, porque la identidad toma forma a través del cuerpo y, después, con la ropa que lo cubre.

Si bien la moda, como mecanismo de creación de identidades y comunidades, es el paso más sencillo para cuestionar visiblemente los roles de género, el hecho de que un hombre normativo utilice complementos o prendas asociadas a lo femenino no garantiza su compromiso con la igualdad en otros ámbitos trascendentales ni tampoco en la forma en que se relaciona. Es ahí donde el camino se hace algo más sinuoso: el 45% de los hombres jóvenes considera que los roles de género asociados a la masculinidad tradicional no se ajustan a la sociedad actual y que eso genera conflictos, pero evitan mostrarse claramente a favor de romper con ellos.

Manuel (izquierda) lleva camiseta y chaqueta de Ecoalf. Alonso (derecha) lleva jersey de Thinking Mu.

Romper la baraja

Hoy, «ser hombre» cada vez es menos equivalente a ser rudo, reprimir emociones, renegar del autocuidado o ser garante de la estabilidad económica de un hogar. Al quebrarse los roles de género y los tabúes alrededor de la estética, pero también de los cuidados o la salud mental, la mochila con la que tradicionalmente han cargado los hombres se ha aligerado. El modelo de masculinidad hegemónica está roto. Y eso es una buena noticia. Sobre todo, para los hombres.

«Podríamos hablar de una bendita crisis, de una oportunidad para entender en qué tipo de masculinidad te desenvuelves. Hoy hay una transformación profunda de la sociedad que provoca un impacto directo en lo que significa ser hombre», explica Ritxar Bacete, antropólogo y autor de Nuevos hombres buenos: la masculinidad en la era del feminismo (Península), donde apuesta por la diversidad, la justicia y el diálogo para desactivar las masculinidades tóxicas.

Según un estudio de la Fundación Fad, el 45% de los hombres jóvenes creen que los roles de la masculinidad tradicional están desfasados, pero evitan posicionarse totalmente en su contra

Para el experto, pensar la masculinidad resulta incómodo porque implica reconocer una posición social de privilegio. «En lo humano no existen metamorfosis mágicas: el cambio de identidad genera miedo. Es como si aprendes a jugar al ajedrez de una forma y, de repente, te cambian todas las reglas», asegura Bacete, que diagnostica ese temor a romper con lo masculino como la consecuencia de esperar que la transformación venga de uno mismo.

ALONSO

Alonso Hidalgo nació en Perú, es consultor de sostenibilidad y tiene 31 años. Considera que la cuestión que subyace en el fondo son los derechos humanos. «La masculinidad es una construcción social enmarcada dentro de un contexto social, histórico y cultural, por lo que es diversa y cambiante. Hoy, gracias a la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBTIQ+ y no binarias se está logrando revisibilizar el tema y ponerlo sobre la mesa», apunta. [En la foto, lleva camisa de Thinking Mu]

«Sabemos que las causas son estructurales, pero pedimos un cambio individual, especialmente a los jóvenes, cuando lo que necesitamos es generar modelos que les permitan resocializarse desde un enfoque más compasivo. Lo decía el pedagogo Paulo Freire: nos transformamos en comunidad», explica el experto.

¿Nuevas? Masculinidades

El palpable cambio de paradigma ha llevado a definir toda acción que rompe con algún tipo de estereotipo masculino bajo el nombre de nuevas masculinidades. Sin embargo, esta interpretación no acaba de convencer a buena parte de los expertos, ya que no garantiza la causalidad. «No todas las nuevas masculinidades son feministas. Puedes ser un deportista de élite al que le guste cuidarse mucho desde hace veinte años y, por tanto, ser una masculinidad diferente a la de tu padre, pero seguir siendo machista a la hora de relacionarte con las mujeres. O puedes ser un chico trans que reproduce en sus relaciones el machismo que ha visto en su familia», explica Anastasia Téllez, directora del Observatorio de Masculinidades de la Universidad Miguel Hernández de Elche, institución que surgió para abordar la masculinidad desde un enfoque de género.

Comparte la misma opinión Raúl Macías, fundador de Masculinidad Subversiva, una cuenta de Instagram dirigida al público masculino heterosexual para abordar la necesidad de pensar sobre los roles de género. «Romper con la masculinidad siempre es en gerundio: una vez te replanteas tus dinámicas, empiezas para nunca acabar, porque siempre habrá nuevas situaciones en las que tendrás que repensarte de nuevo», cuenta.

Raúl Macías

RAÚL

Raúl Macías tiene 35 años, es fisioterapeuta y está formándose en sexología. Dedica gran parte de su tiempo a la divulgación en su cuenta de Instagram @masculinidadsubversiva (+35K) y el podcast Macho Alfalfa. «La pluralidad de identidades ya existía, pero estaban invisibilizadas: todo lo que no fuera normativo no tenía posibilidad de ser», sostiene. No cree en el término nueva masculinidad, pero sí en hablar de los problemas que hay en la socialización masculina. «Puede ser interesante para centrar el análisis de qué significa ser hombre». [En la foto, lleva camiseta de ISH vía The Circular Project]

Macías apunta a un matiz clave en este análisis: desde su punto de vista, el concepto de nuevas masculinidades sitúa, de nuevo, al hombre tradicional en el centro, solo que transformado hacia otras sensibilidades y características sin que verdaderamente cambie nada. El ejemplo lo encontramos, de nuevo, en los artistas. Si Bad Bunny, un hombre que cumple con lo que tradicionalmente se ha entendido por hombre, se pinta las uñas, se viste de drag o se pone una minifalda, es aplaudido y calificado como transgresor e incluso valiente por contribuir a dar una nueva idea de masculinidad. Pero, como explica Macías, si lo hace Sam Smith, un cantante que se identifica con género no binario, no sucede lo mismo. Al contrario: recibe con frecuencia insultos homófobos y denigrantes. «El peligro de las nuevas masculinidades es que pueden generar otro tipo de discriminación dependiendo de quién las adopte, en lugar de dar un nuevo significado a lo que implica ser hombre», asegura Macías.

Salir de la caja para vivir mejor

Igual que la moda o la música, el deporte también es un espacio de socialización donde lo que ocurre dentro se replica hacia fuera. La diferencia es que, mientras las dos primeras, como expresiones artísticas, facilitan la diversidad, este sector ha sido con frecuencia un espacio de refuerzo de comportamientos relacionados con la masculinidad tóxica –violencia, presuposición de heterosexualidad, discriminación, hipercompetitividad, etc–.

ELENA

Elena Muriel, de 27 años, es actriz. Se identifica como no binaria y ha experimentado con el arte drag king. Para ella, la redefinición de masculinidad pasa porque se ha dejado de considerar al hombre hegemónico como la representación neutra del ser humano. «Internet ha permitido la expansión de ideas feministas y antirracistas visibilizando identidades que no habían estado ni siquiera en consideración», opina. «Siempre ha habido una renovación de la masculinidad, pero existe el riesgo de reducirlo a algo puramente estético que refuerce unos patrones masculinos tóxicos». [En la foto, lleva camisa de Kaffe (vía Ecodicta), camisa de Sepiia, chaleco de Bardo (vía The Circular Project), bolso de Hemper y pantalón de SKFK].

Como parte del trabajo en materia de igualdad, proyectos como Charlas de Vestuario, promovido por la Fundación Iniciativa Social, trabaja de primera mano con futbolistas adultos y juveniles para fomentar modelos que cambien el relato del deporte. Siguiendo la misma dinámica, pero desde el abordaje psicológico de lo que implica tener que ser un hombre de verdad, la organización Masculinidades Beta trabaja con grupos de hombres para visibilizar la presión que les supone vivir para cumplir esas expectativas de género.

La OMS estima que, en América, uno de cada cinco hombres no llega a cumplir los 50 años debido a problemas relacionados con la masculinidad tóxica

«Siempre les pedimos que se remonten a su infancia o la adolescencia, etapas donde más se oyen esos imperativos y se asumen de forma mucho más determinante. En ese momento aprenden que la masculinidad se construye por oposición a otros constructos, como son lo femenino o la homosexualidad, y que si se salen de la caja sufrirán el mismo aislamiento, estigma y acoso», relata Patricia Hernández, directora de la entidad. Esa caja es el conjunto de creencias transmitidas por padres, familias y medios de comunicación, agentes que ejercen presión para que los niños se comporten de una cierta manera. Como apuntan sus creadores, los sociólogos Brian Heilman, Gary Barker y Alexander Harrison, «la caja de la masculinidad» se construye sobre siete pilares: autosuficiencia, fortaleza, atractivo, roles masculinos rígidos, heterosexualidad y homofobia, hipersexualidad y violencia.

MANUEL

Manuel Rodríguez, de 32 años, está inmerso en el Doctorado en Estudios Feministas y de Género en la Universidad Complutense de Madrid, entidad con la que también colabora a través de la Unidad de Igualdad, en la que imparte formaciones especializadas en masculinidad. «Que existan unas nuevas masculinidades no implica que sean necesariamente igualitarias. Si no queremos correr el riesgo de caer en nuevas formas de machismo, debemos tener una posición que defienda valores feministas», matiza. [En la foto, lleva sudadera de Ecoalf].

Los efectos secundarios de mantenerse ahí dentro, advierte Hernández, generan un daño real. «Algunas de las consecuencias son la ausencia de autocuidado, la pobreza de vínculos y el aislamiento. Se les prohíbe regularse emocionalmente de forma sana cuando se les enseña a que casi cualquier emoción que no sea la rabia o el enfado debe reprimirse, generando nudos emocionales muy difíciles de deshacer», apunta. De hecho, un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en las Américas descubrió que las expectativas de lo masculino generan tasas más altas de suicidio y adicciones: uno de cada cinco hombres no llega a cumplir los 50 años debido a problemas relacionados con la masculinidad tóxica. Un dato que refleja una tendencia extrapolable a otros contextos y sociedades.

«Cuando trabajamos con los grupos vemos que los hombres tienen una necesidad imperiosa de encontrar espacios de confianza donde poder expresar sus malestares. Entender cómo su construcción de género les ha negado esa posibilidad les genera un alivio importante», destaca la directora de Masculinidades Beta. Una idea que comparte también Téllez y que desemboca, de nuevo, en ese enfoque colectivo. «Hay que educar y concienciar en el colegio y la universidad. Necesitamos más formación para abordar la desigualdad desde todos los ámbitos de la vida», concluye la experta. Fuera de la caja espera un mundo más libre en el que los prejuicios y las expectativas fijadas solo por tu género pesan menos. El precinto ya está levantado y el cartón se ha agrietado. El cambio está asomando la cabeza.

Alonso lleva camisa de Thinking Mu y camiseta de Sepiia. Raúl lleva camiseta de ISH (vía The Circular
Project
) y pantalón de Ecoalf. Elena lleva cazadora de Thinking Mu y jersey de SKFK.

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Igluu, con su consentimiento, tratará sus datos para enviarle la newsletter. Para el envío se utiliza MailChimp, ubicado fuera de la UE pero acogido en US EU Privacy Shield. Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación o limitación, entre otros, según indicamos en nuestra Política de privacidad.