Como cantaba Mercedes Sosa, todo cambia. Incluso las cosas que parece que han estado ahí siempre, como los bosques, también cambian, desaparecen… Y mueren. Así lo advierte Francisco Lloret, catedrático de ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona, que lleva años recorriendo los bosques más importantes de medio mundo y alerta de su posible desaparición en La muerte de los bosques (Arpa), un ensayo que acaba de ver la luz.
Según lo que ha podido observar, los bosques están colapsando debido al cambio climático y las sequías, pero también a la explotación que hemos hecho de ellos los seres humanos durante siglos. «La relevancia del fenómeno es que nos están dando una señal de alerta de lo que puede ocurrir a mayor escala en el futuro, ya que hay una correlación en muchos de estos casos con episodios de sequía», explica.
Los humanos no podemos evadir nuestra responsabilidad, que también está detrás de la pérdida de biodiversidad de los bosques, una cualidad que precisamente les hacía más resistentes al cambio climático. Antes, cuando había varias especies, lo más probable es que alguna aguantase los periodos de sequía; ahora, cuando hemos talado o repoblado con las mismas especies de crecimiento rápido tras los incendios, eso no sucede.
La mala noticia es que, hoy por hoy, la situación no puede revertirse, porque tampoco podemos frenar por completo el cambio climático. La buena que, igual que podemos mitigar sus consecuencias, también podemos acompañar a los bosques en el proceso de adaptación. «A la vez, hay que intentar que esa transformación sea lo más leve posible. Pero los bosques se irán transformando a esa nueva realidad. El problema es que sea tan brusca o irreversible que se pierdan. Lo que tenemos que tener claro es que los bosques ya no serán iguales que los que vieron nuestros padres», cuenta Lloret.
¿Cómo podemos acompañar esta transformación? Puedes descubrirlo en esta entrevista de Carlos Madrid para Yorokobu.