Ilustración: Diego Rodríguez

Más allá de los post-its: cómo aplicar el arte para fomentar la creatividad en la empresa

El pensamiento creativo no solo está reservado al arte: aplicar procesos artísticos en la organización contribuye a fomentar la innovación, mejora la cohesión de los equipos y ayuda a resolver los problemas del día a día.


Si algo sabemos sobre la creatividad es que su valor va mucho más allá de lo que imaginamos. De eso se trata, de hecho, de imaginar lo imposible y sentir que es factible. La creatividad es esa habilidad que ha ido escalando en el pódium de competencias básicas en las organizaciones –y en la vida– para manejarnos en el entorno altamente cambiante en el que estamos. 

Sin embargo, demasiado a menudo esta sucede sólo en momentos concretos y en salas específicas en las que, normalmente, hay muchos post-its de colores. Y aunque no discuto su efectividad a la hora de iniciar procesos de innovación, la creatividad tiene sentido, sobre todo, si mueve un poco el barco. 

Como probablemente hasta aquí ha sido fácil que estuvieras de acuerdo conmigo y apenas habré levantado un poco las olas, déjame llevarte un poco más allá: déjame pasar de hablar de creatividad a hablar de herramientas artísticas aplicadas en el día a día de la organización. Sí, hablemos de arte: metamos literatura, dibujo y collage en la ecuación. Llevemos la creatividad un poco más allá de lo que ya conocemos, para desacomodarla un poco e impedir que se convierta en una simple commodity.

Resolver problemas con pensamiento creativo: lo que podemos aprender del arte

El arte nos enseña que una idea no se resuelve al primer intento. Más bien, se refina con la práctica y con distintas perspectivas, abriendo la mirada. Permitiéndonos divagar, mezclar colores, probar… Enfocarnos en el proceso, abstrayéndonos del objetivo final. Jugar, explorar, improvisar, ignorar el juicio. Es el pensamiento divergente en su máximo esplendor

Porque como afirma Rick Rubin en su libro El acto de crear: una manera de ser, «ser artista no depende tanto de un resultado en concreto, sino de cómo nos relacionamos con el mundo. La creatividad tiene un lugar en la vida de todas las personas y todos podemos hacer ese espacio más grande. De hecho, hay pocas responsabilidades humanas que sean más importantes que esa».

El dibujo y el garabato para fomentar la innovación en reuniones

En toda reunión hay alguien dibujando en los márgenes. Eso que muchas veces hemos asociado a cierto desinterés puede ser todo lo contrario: el garabato o doodling estimula la concentración y ayuda a desbloquear ideas innovadoras. Lejos de ser una actividad trivial, dibujar y hacer garabatos en reuniones nos relaja y nos ayuda a pensar más libremente, especialmente durante sesiones largas. 

Por eso, en sesiones donde buscamos generar ideas y aportar nuevas visiones, deberíamos cambiar el ordenador por el lápiz. Apartar los teclados, que sí nos distraen y que, en el mejor de los casos, nos llevan sólo a transcribir lo que oímos sin margen para aportar lo que pensamos –si es que nos permiten, acaso, pensar–.

Los cuadernos creativos como herramientas de reflexión estratégica

Deberíamos proponer y defender un espacio individual, íntimo, en silencio, entre reuniones. Dejar espacio para tomar aire, para renovar y ordenar.  Una cita con uno mismo para parar y pensar. 

Un cuaderno creativo se convierte en ese espacio, donde entrenar el pensamiento (así, en general), fomentar la reflexión continua y desarrollar la capacidad estratégica en el día a día.

A través de la escritura y la creación de ideas en papel –de nuevo, el papel–, podemos ver de forma más clara nuestros objetivos y procesos. A través del papel nos conocemos: al escribir impulsamos la autogestión y ofrecemos un espacio en el que desarrollar la confianza creativa. Poner palabras a las ideas nos ayuda a conocer lo que pensamos. Ejercitar a diario, un rato, el músculo creativo es el que nos ayuda a desarrollar el pensamiento «fuera de la caja» y, con ello, la ideación «fuera de los post-its».  Porque la creatividad es una actitud, además de un proceso.

Visualizar estrategias complejas a través del collage

«Tomamos los materiales en bruto de la experiencia y los doblamos, rompemos y mezclamos para crear nuevos productos. Cuando actúan libremente en el cerebro humano, estas tres operaciones proporcionan una fuente interminable de nuevas ideas y comportamientos», escribe Anthony Brandt en su magnífico libro La especie desbocada. Y eso es, precisamente, lo que nos permite el collage: una tregua frente a los gráficos y las tablas, para crear una representación visual de los diferentes componentes de una estrategia. Recortar y componer a partir de imágenes aparentemente inconexas para ver el panorama general e identificar conexiones que podrían, de otro modo, pasar desapercibidas. 

Al igual que un mapa mental, el collage simplifica y organiza ideas de forma visual, un lenguaje que todos compartimos. En un collage cada participante aporta su imaginario, exponiendo esas ideas que no hemos sabido expresar, todavía. Cuando las ideas son sólo pequeñas chispas revoloteando sin un rumbo definido. Todavía.

Escritura automática para desbloquear ideas innovadoras

Escribir sin detenerse ni filtrar ideas, liberando pensamientos subconscientes, ayuda a encontrar la verdad, esa que a menudo está enterrada bajo capas de perfeccionismo, de miedo al error o al juicio ajeno. Esas ideas que a menudo se ven bloqueadas en reuniones más formales o en entornos de trabajo estructurados. 

Si buscamos innovar, la escritura automática ayuda a aflorar ideas que podrían estar en la mente pero que aún no han encontrado la manera de expresarse. Es enfocarnos en despertar el pensamiento lateral y dejarlo fluir sin miedo. Porque en el proceso creativo hay que dejar que surjan primero esas ideas que parecen no tener sentido, esos pensamientos aleatorios que, cuando más tarde los dejemos reposar, generarán ideas innovadoras. La escritura automática supone un calentamiento previo a los procesos de brainstorming

Dejar ir para liderar mejor

Los artistas son expertos en dejar ir, en no obsesionarse con el resultado final. La prisa por llegar nos hace ir por el camino más rápido. Ese que ya está trillado, que conocemos, donde no hay obstáculos, donde conocemos con exactitud la duración y la consecuencia. Pero es en los caminos por explorar donde encontramos lo nuevo

Por eso, antes de pedir resultados, un líder debería confiar en los procesos individuales de cada miembro del equipo. Dejar ir, permitir explorar.  Y confiar. Confiar en el proceso, el de cada uno, que nunca es igual que el del otro: ahí radica, de hecho, la capacidad innovadora. Confiar en los miembros del equipo y aceptar que las diferencias entre los procesos individuales es lo que enriquece al equipo. 

Fomentar la autonomía y la innovación, para que los equipos se sientan más libres de aportar ideas y soluciones. Es ahí donde se crea un ambiente de trabajo dinámico, colaborativo y, por ende, innovador. Dejar ir como práctica de liderazgo inspirada en el arte ayuda a construir una cultura empresarial abierta y receptiva a nuevas perspectivas. 

Escritura reflexiva para la escucha activa

Escuchar. Reflexionar. Parar para avanzar con paso más firme, que es la manera de ir más rápido (tal vez) y más lejos (seguro). La escritura reflexiva nos permite procesar la información y nuestros pensamientos antes de responder o actuar. ¡Cuánta falta hace, ante la vorágine del día a día! 

Soltar lo que tal vez no aporta, pero nos inquieta. Estructurar las emociones que entorpecen las ideas. Escuchar con calma para mejorar la calidad de las interacciones. Fomentar un ambiente de trabajo basado en el respeto y la comprensión. 

Y ahora que el mar ya se ha agitado un poco y tu barco se ha empezado a mover, podrás comprender por qué el pensamiento creativo no es una habilidad reservada al arte ni este está reñido con la cultura empresarial. Ahora que sientes que hay que abrir velas para sentir el viento, entenderás que al aplicar procesos artísticos en la organización podemos fomentar la innovación, mejorar la cohesión de los equipos y potenciar la resolución de problemas. 

Las ideas no fluyen en aguas estancadas. Aunque a veces dé miedo remover el fondo, ahí reposan, a menudo, las propuestas que nos permitirán alinear nuestras acciones con el propósito de la organización.


Neus Portas es fundadora y directora creativa en Conpermiso.

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