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¿Modelos 3D para reducir el impacto del comercio electrónico?

Durante los últimos años, el comercio electrónico ha experimentado una verdadera revolución en todos los sectores. Si cada vez es más habitual usar aplicaciones para pedir, por ejemplo, comida a domicilio, también lo es comprar –en general– con ese mismo sistema. Entre 2019 y 2021, el porcentaje de comercio electrónico al por menor creció del 15 al 22%, y se espera que el porcentaje suba al 25%.

Una de las industrias que más ha percibido ese incremento es la textil. La imposibilidad de usar los probadores durante la pandemia impulsó una tendencia que ya venía intuyéndose: el comprar ropa por internet, aunque no puedas comprobar físicamente cómo te queda, va a ser cada vez más habitual. Tanto que hasta algunas cadenas están planteándose ya cerrar tiendas o reducirlas hasta la mínima expresión para dedicarlas únicamente a gestionar pedidos y devoluciones online. ¿El problema? El enorme impacto ambiental: si ya la moda es uno de los sectores más contaminantes, el transporte incrementa aún más la huella.

Si tenemos en cuenta que el 40% de la ropa y calzado que se pide online se devuelven y que, de ello, tres de cada cuatro se debe a problemas de talla, implantar algún sistema para acertar reduciría la huella de carbono de los envíos. Por eso, desde el Instituto de Biomecánica de Valencia  (IBV) proponen utilizar el modelado 3D para aumentar la sostenibilidad: con el proyecto My3D_Data Market quieren crear una metodología para reconstruir un cuerpo específico en 3D, lo que permitiría recoger datos para adecuar la producción textil a las necesidades de la población y además optimizar el proceso de reparto de las empresas. Para el usuario, además, supondría un elemento que haría mucho más probable acertar con la talla a la hora de comprar.

La idea es que, en un futuro no muy lejano, este tipo de tecnología irrumpa en el metaverso y sus avatares: con un sistema de escáner similar, nuestros avatares virtuales podrían heredar nuestro cuerpo real y, así, poder trasladar la experiencia real de probarnos una prenda a su homólogo virtual. Puedes leer más en este reportaje de Miguel Palacio en Yorokobu.

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