Resulta curioso que, aunque esta música indie se presente como una alternativa al mainstream, «auténtica», distinta y minoritaria, haya sido absorbida por la industria musical comercial.
El pasado 24 de mayo se estrenó en España la película Segundo premio, una ficción que gira en torno a la célebre banda granadina de música independiente Los Planetas. Aprovechando tal efeméride, abordamos el análisis del concepto indie, una de las categorías más difíciles de definir dentro de las músicas populares urbanas en España, sobre todo porque, en sentido estricto, no debería considerarse un género o un estilo musical, a pesar de que su uso se reduzca a ello de manera sistemática.
Origen del concepto
El término indie, abreviación de independent o independiente, surge en Estados Unidos, durante la década de los 50 del pasado siglo, para designar a sellos discográficos no comerciales que, al menos en origen, publicaron grabaciones de artistas minoritarios vinculados a distintos géneros musicales como el jazz, el rhythm and blues o el rock.
Sin embargo, su uso fue diversificándose, llegando a emplearse en los años 70 para referirse a una actitud, a una manera de enfrentarse a la creación artística que se resumía acudiendo al eslogan «do it yourself», o «hazlo tú mismo»: la música como forma de expresión artística libre, no condicionada por el número de ventas y las restricciones impuestas por las grandes multinacionales.
Casi como consecuencia de esto, durante los años 80 nace el concepto de banda indie para referirse a artistas que difundían su obra al margen de grandes multinacionales. Pero además, por primera vez, tenían unas características musicales concretas: un sonido reconocible, donde predominaban densos acordes de guitarra, y un enfoque a nivel de producción más centrado en armonías y texturas que en melodías, diferenciándose así de otras músicas comerciales.
Estas bandas, también conocidas como shoegaze o noise, mostraban un carácter introspectivo en sus letras, falta de proyección vocal y no presentaban pasajes instrumentales virtuosísticos. Buscaban ofrecer una sensación de estatismo musical por encima de la sorpresa sonora y el cambio. Algunos ejemplos de esto serían My Bloody Valentine, Dinosaur Jr., y algunas formaciones asociadas a la escena independiente de Manchester.
¿Se ajusta el término?
Sintetizando todos estos usos, en torno a la década de los 90 comienza a sonar con fuerza el término en España.
Esto no quiere decir que no existieran bandas y sellos indies en el país durante los 80. No obstante, habría que esperar una década para que se extendiese el uso de este denominador, una popularidad que crecería gracias a distintos personajes como Julio Ruiz. Este locutor de Radio 3 utilizó a discreción la etiqueta durante el concurso de maquetas del programa Disco grande para referirse a sus participantes, artistas sin sello que, en algunos casos y casi de manera fortuita, sonaban como las bandas de indie anglosajonas.
Lamentablemente, la cosa se torció pronto, puesto que algunos de estos grupos, como Los Planetas, alcanzaron el éxito con celeridad, firmando con una multinacional. Esto provocó que, a partir de ese momento, el denominador indie se utilizase en España de manera indiscriminada, tanto para hablar de música como de formas de difusión. En algunos casos, además, no se refería a ninguno de los anteriores supuestos, reduciéndose todo a una supuesta actitud.
Esto nos lleva a plantearnos qué es realmente el indie en este contexto. Para responder a esa pregunta debemos acudir al concepto de escena musical, definida por Andy Bennett y Richard A. Peterson como un espacio común, un lugar en el mundo (o el ciberespacio) que se define por las relaciones que se establecen entre sus agentes. En el caso del indie, estos serían productores, músicos y fans que comparten sitios y gustos musicales, así como elementos culturales específicos, incluyendo cuestiones no relacionadas directamente con la música, como en el caso de la vestimenta de los integrantes de la escena.
La escena indie en España
Basándonos en la propuesta de Bennett y Peterson, podríamos afirmar que en España la escena indie se forma durante la década de los 80. En ella participarían pequeños sellos discográficos, tiendas de discos, fanzines y revistas especializadas.
En los 90, esta escena se expande gracias, por ejemplo, a los medios y la proliferación de festivales dedicados a la etiqueta, que acogían a todas las bandas emergentes que se unían al movimiento.
Desde ese momento y hasta nuestros días esta escena no ha parado de crecer. En ella emergen cada vez más artistas, espacios y sellos asociados al denominador. Esto dirige la categoría indie, irrevocablemente, a un escenario paradójico: la música independiente, previsiblemente minoritaria, se ha convertido en fenómeno de masas.
Así lo demuestra el hecho de que muchos artistas vinculados a dicha escena lideren las listas de ventas nacionales. Resulta curioso que, aunque esta música se presente como una alternativa al mainstream, «auténtica», distinta y minoritaria, haya sido absorbida por la industria musical comercial, convirtiéndose en fenómeno de masas y alzándose como una de las etiquetas que más vende en este país.
Con todo esto, se preguntará qué es el indie. Probablemente estemos ante el invento comercial del siglo.
Fernando Barrera-Ramírez, Profesor del Área de Música de la Universidad de Cádiz. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.