El archipiélago canario fue ampliamente reconocido por sus salinas allá por los siglos XVII y XVIII. Sus rincones reunían las condiciones perfectas, conjugando viento, sol y las aguas del Atlántico para esta tarea. Sin embargo, pese a su relevancia histórica, hoy apenas subsisten unas pocas salinas infrautilizadas en las islas, la mayoría de ellas relegadas por la importación de sal industrial. Visibilizar y dar vida a algunas de estas salinas fue el objetivo de la artista Luna Bengoechea en su Proyecto Salinas.
Tras investigar los espacios dedicados al cultivo de la sal en cada una de las islas Bengoechea se decantó por tres de ellos para realizar su intervención: la salina de Las Puntas en El Hierro: la salina de Fuencaliente en La Palma y la de Los Cocoteros en Lanzarote. En cada una de ellas Luna se sirvió de la propia sal para dar forma a sus obras: diferentes tipos de aves autóctonas, como el chorlitejo patinegro.
Bajo un trasfondo crítico, el Proyecto reivindica estos espacios y cuestiona el modelo de producción y consumo alimenticio actual, desde el prisma de la belleza artística y mediante un proceso mínimamente intrusivo y efímero. Trabajados con un material propio, como es la sal, sus dibujos se desvanecerán con la propia acción de la naturaleza. Aunque, por suerte, las fotografías de sus obras serán expuestas a partir del 8 de septiembre, y hasta noviembre, en la galería Lucía Mendoza, en Madrid.
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