Seguro que te suena la palabra resiliencia. La «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos» se hizo especialmente popular hace caso dos años cuando, al principio de la pandemia, sociólogos, influencers y gurús mantenían que nos sobrepondríamos a la crisis. Uno de los grandes responsables de la popularización del término es Boris Cyrulnik, que ha dedicado toda su vida a explicar cómo se superan los traumas, especialmente los infantiles. De eso él sabe mucho –fue el único superviviente de un ataque nazi a una sinagoga que terminó con la vida de trescientas personas, incluida su familia– pero, tras analizarlo en decenas de libro, hoy centra sus investigaciones en una palabra que da nombre a su nuevo libro, editado en castellano por Gedisa: Psicoecología.
En este nuevo trabajo, el neurólogo y psiquiatra aborda cómo el entorno puede tener un impacto profundo en la construcción fisiológica del cerebro, pero también en el futuro del individuo y de la propia sociedad. En él, analiza las posibles consecuencias del estrés de la madre en el momento de la gestación, así como el peso de su realidad social y educativa o las catástrofes sociales y medioambientales en su cuerpo y mente.
La disección no se queda ahí, pues las líneas que traza Cyrulink también plantean cuestiones como la transformación de los roles femeninos y masculinos, la violencia contra mujeres y niños, la gestión de la ansiedad o la huella que dejan en nosotros diferentes impactos como el clima, las pandemias o el lenguaje. «Los roles domésticos no necesitaron leyes ni debates culturales para desexualizarse. Simplemente, ocurrió, como resultado del cambio en el entorno y las condiciones de vida que modificaron los comportamientos domésticos. Ya no pedimos permiso a la sociedad para tener relaciones sexuales, así que ¿por qué deberíamos pedir permiso a un juez para dejar de tenerlas?», se pregunta.
Si quieres saber más sobre Boris Cyrulink, la resiliencia o la psicoecología, no te pierdas esta entrevista de Enrique Alpañés que puedes encontrar en este enlace –y en el número verde de Yorokobu–.