Refugios climáticos, un oasis para el verano en la ciudad

Con la llegada del verano, las olas de calor comenzarán a hacer mella en España y los refugios climáticos se han vuelto indispensables: necesitamos lugares frescos donde poder sobrellevar temperaturas que rebasarán incluso los 40ºC. Aquí tienes algunas opciones que unen la cultura con el cobijo para pasar estos meses a salvo.


El refugio climático podía parecer un nombre casi excesivo hace décadas. Sin embargo, a cada verano que pasa, con la subida de las temperaturas y un calor cada vez más asfixiante, para quienes no pueden irse de la ciudad en estos meses, estos recintos se han tornado imprescindibles ¿Qué es un refugio climático? Simple y llanamente un lugar fresco, natural o urbano, que ofrece las condiciones necesarias para protegerse de un contexto desfavorable, como el propio exceso de calor, y que garantiza el acceso a una correcta hidratación o la posibilidad de descansar tras un rato bajo el sol. 

Hablamos de una situación que cualquiera ha vivido: caminas por la calle, el calor aprieta, el sudor se hace presente, necesitas reposar y, aunque no vayas a comprar nada, te metes una tienda a coger aire. El aire acondicionado, concretamente. Es una imagen recurrente y que las propias administraciones a menudo suelen tener en cuenta en la propia arquitectura urbana: parques, zonas verdes, bibliotecas…existe un abanico de refugios climáticos indirectos que, más allá de las tiendas, posibilitan el pasar un rato en una temperatura compatible con la vida. 

La naturaleza provee y lo demás se planifica 

Mientras que en la naturaleza los microclimas, desde ríos, playas, bosques o la misma montaña, sirven de refugio a especies y aquellos que escapan de las ciudades para pasar más aliviados los meses más duros del verano, las zonas urbanas necesitan de planificación. 

Una de las razones son las llamadas islas de calor, producidas por los materiales con los que están hechos los edificios, las aceras o las calles, y que absorben más calor y lo liberan más lentamente, sobre todo por las noches. Pero es en las horas en las que más aprieta el calor cuando la ciudad precisa de opciones.

Algunas urbes en España como Barcelona tomaron cartas en el asunto hace ya años. La ciudad condal, de hecho, creó un plan pionero con su Plan de Clima 2018-2030 , donde se ponía sobre la mesa la necesidad de que cualquier ciudadano tuviera en menos de una década, en 2030, un refugio climático a menos de cinco minutos de donde vive.

La emergencia climática, que apunta a ir a más, ya marca la agenda urbanística. No se trata tanto de construir, sino de habilitar: convertir espacios, en principio, con otra utilidad, en puntos azules o verdes donde acudir para evitar los problemas de salud pública derivados de las altas temperaturas. En 2023 se calcularon más de 2.000 muertes por golpe de calor en España pero, a pesar de ello, las políticas públicas no tienen la misma magnitud o impacto que las noticias que llegan cada verano. Apenas algunas capitales, como Zaragoza, Málaga, Bilbao o Sevilla han recogido el guante en cuanto a armonizar una red de refugios realmente efectiva. 

La Cultura como refugio 

En el presente más inmediato, sin embargo, el concepto refugio climático empieza a calar en el idioma común y también en el espacio urbano. Museos o bibliotecas son ya refugios de facto y, a través de las campañas que se organizan cada verano, se muestran más conscientes de ello e intentan trasmitir su disponibilidad a la ciudadanía. 

En el ámbito cultural, el caso del Círculo de Bellas Artes es quizás el más llamativo en los últimos años. Madrid, una de las ciudades que más acusa el calor en verano debido a las altas temperaturas, a la acuciante contaminación y al calor que desprende el asfalto, tiene un nuevo refugio climático en este espacio emblemático en el centro de la ciudad. «Nuestro refugio climático está ubicado en el Salón de Baile, el espacio más grande y hermoso del Círculo y su objetivo es ser una plaza, pero a cubierto, fresquita, con vegetación y lugares para descansar, reunirse, trabajar, relajarse, leer o jugar al ajedrez», explica en su página web la entidad. Para materializarlo, han programado decenas de actividades culturales, coloquios y charlas relacionadas con la iniciativa, desde los mencionados talleres de ajedrez a talleres de reparación de electrodomésticos para luchar contra la obsolescencia programada.

Espacios de trabajo, de ocio, incluso una guardería de plantas han centrado la comunicación de la campaña, que ha sido un éxito en redes sociales, donde los usuarios han aplaudido unánimemente la iniciativa. «Existen numerosos espacios acondicionados contra el calor, pero la particularidad de los refugios climáticos es que no están vinculados al consumo: son lugares abiertos que comparten su confort térmico», incide el Círculo de Bellas Artes. 

La Cultura abierta propicia, además, de un acceso más democrático, la posibilidad de sobrevivir al calor. La iniciativa de la creación de refugios climáticos supone un cambio de paradigma que, se espera, se pueda repetir en otros puntos de nuestra geografía. 

Aunque otras ciudades como Sevilla, entienden que es imposible escapar del todo del calor y, además de estos lugares, también quieren mejorar los que se encuentran en la propia calle. De ahí que se estén financiando proyectos como sus marquesinas climatizadas o la creación de una plaza biotérmica en la capital hispalense. 

Todo con el objetivo de ajustar progresivamente las ciudades a la cadencia natural de los microclimas que podemos encontrar fuera de ellas. Un pequeño paso hacia espacios más sostenibles, pero, sobre todo, habitables. 

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