Cuando se habla de innovación, a menudo se piensa en complicados sistemas para llevar al máximo las posibilidades de la tecnología, desde robótica aplicada a operaciones a vida o muerte hasta medios de transporte extraordinariamente veloces. Sin embargo, la innovación también pasa por mejorar hasta los aspectos más comunes –incluso escatológicos– de nuestra vida cotidiana. Y ese es el caso de Save!, un urinario impulsado por la marca suiza Laufen que convierte la orina en verde literal y metafóricamente.
Para buscar sus orígenes hay que situarse en los años 90, cuando el Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología (Eawag) lanzó una tecnología para separar las aguas residuales domésticas en orina, heces y aguas grises, de manera que todo se pudiera procesar de manera individual y sostenible. Aunque ya hay muchos hogares que reutilizan las aguas grises –por ejemplo, aprovechan el agua que sale de la ducha para recargar la cisterna–, la investigación de Eawag se centra en la orina, que es el elemento que contiene un mayor número de elementos nocivos en los ecosistemas.
Diseño de la tecnología empleada para construir Save!.
La manera de separar los desechos sólidos de la orina es producto del propio diseño, que permite que esta disociación se realice de forma pasiva. Por la geometría de la taza, la orina cae en un compartimento separado, mientras que el resto de desechos se vayan al sifón habitual. Todo ello, como aclaran desde la compañía, permite una gestión más eficiente y sostenible de las aguas residuales, ayudando a recuperar elementos como el nitrógeno y el fósforo, evitando su descarga en aguas naturales. Además, desde el punto de vista puramente cromático, el invento cumple su promesa y tiñe de verde ese agüita amarilla a la que cantaban Los toreros muertos.
Si quieres saber más de este maravilloso aparato, te lo cuenta Carmen Lago en este reportaje de Yorokobu.
