Cuando hablamos de sinfonías, automáticamente pensamos en un conjunto enorme de músicos que hacen su pequeña parte para que todo, con una visión global, suene como debe. Pero, además, aunque no todo el mundo lo sepa, las sinfonías también son un género cinematográfico: se trata de un tipo de documental compuesto de pequeñas piezas que intentan retratar la vida de una ciudad de forma pura y poética.
Son, dicho de otro modo, una especie de sinfonía visual en la que, con planos e historias distintas, los autores intentan dar una imagen fiel a la realidad en su conjunto. Esas city symphonies vivieron su apogeo en los años veinte del siglo pasado, en un momento de cambio tecnológico en el que los cineastas sinfónicos querían retratar el mundo que llegaba y el que se iba con velocidad. Hoy, aunque con notables diferencias, nos encontramos también en pleno impasse, donde la incertidumbre política y económica siguen siendo la nota dominante. Y, quizá por eso, han vuelto las sinfonías.
El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ha recuperado este género centenario y lo ha aplicado a nuestra mirada del presente con el proyecto Simfonies de ciutat (Sinfonías de ciudad). En él, siete películas reinventan esta manera de crear olvidada para realizar retratos personales del entorno en la ciudad condal de una forma absolutamente libre. Aunque todos funcionan de forma independiente, en su conjunto ofrecen una visión general de la vida urbana en una ciudad abierta al mundo en la que tienen lugar millones de historias cada día.
Las siete sinfonías están dirigidas por mujeres, seleccionadas en colaboración con el colectivo profesional cinematográfico Dones Visuals. Un paseo desde el barrio de Torre Baró hasta el de Vallvidrera, la historia de una chica de Ciudad Satélite… Piezas que, en su conjunto, suenan a Barcelona. Puedes ver todas estas piezas en este reportaje de Juanjo Villalba en Yorokobu.