No es casualidad que las páginas de un libro abierto recuerden a un pájaro, pues además de ser un placer, la lectura nos invita a volar y a descubrir nuevos mundos, nuevas historias, nuevas personas. También, además de para el placer, la lectura también es una puerta abierta a la consciencia: tanto por contenidos como por el desempeño de las propias editoriales, hoy el sector editorial tiene ante sí el reto de caminar hacia un modelo sostenible que no esté reñido con el disfrute.
Según datos del Ministerio de Cultura y Deporte, en 2021 se publicaron en España 64.645 libros en papel y 28.077 en soportes electrónicos. De ellos, el 97,5% eran nuevas ediciones. Sin embargo, teniendo en cuenta que los españoles dicen leer de media trece libros al año, la sobreproducción es uno de los primeros y principales problemas. Aunque las tiradas son cada vez menores –entre 2007 y 2017 la tirada media bajó de 5.000 a 2.750 ejemplares, uno de cada tres libros que llegan a las librerías se devuelve a las editoriales, con el consecuente gasto ingente de recursos que eso supone en papel, tintas y transporte.
Al mismo tiempo, la hiperaceleración del mercado hace que las novedades sean cada vez más nuevas, valga la redundancia, y que si un libro no tiene el retorno esperado en un periodo de tiempo muy breve, caiga en el olvido. Los periodistas tienen cada vez menos tiempo para leer, entrevistar y promocionar, y la presión por ser los primeros, también en esto, hacen que el ritmo siga aumentando. La editorial Errata Naturae, con su decisión de frenar y no publicar más novedades de momento, fue pionera.
El mismo dilema se extiende a los libros electrónicos, cada vez más populares. Aunque no utilizan recursos naturales como agua o madera, también dejan huella en cuanto a consumos y a materiales y residuos electrónicos. Dicho de otro modo, para que un ebook fuera más sostenible que sus equivalentes en papel se deberían leer en él unos 322 libros de 110 páginas cada uno a lo largo de toda su vida útil.
Apoyar proyectos editoriales pequeños o alternativos, usar libros de segunda mano, practicar el slow reading o intentar bajar nuestro consumismo acumulativo son algunas de las maneras de hacer una lectura más consciente que podemos aplicar este próximo Día del Libro. Puedes leer más en este reportaje de Juanjo Villalba en Yorokobu.
