En 1962, Philip K. Dick publicó ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una novela corta de ciencia ficción en la que el protagonista debe retirar a una serie de robots antropomorfos de última generación que han llegado hasta la tierra huyendo de una colonia espacial. La tarea no es nada sencilla, pues los androides, última tecnología bautizada como modelo Nexus-6, son prácticamente idénticos a los humanos. Si te suena el argumento pero no has leído la novela, no te preocupes: es la novela en la que se basó Ridley Scott para crear el universo de la clásica Blade Runner (1982).
Tanto novela como película planteaban temas como los límites entre la inteligencia artificial y la especie humana, la decadencia social o la ética de las máquinas. Aunque no tenemos tan extendidos los androides, esos dilemas se han hecho realidad –al menos, a medias– con la acelerada revolución tecnológica de las últimas décadas.
Dejando a un lado los debates entre tecnooptimistas y tecnófobos, esta cuestión es un punto clave para el desarrollo humano, y deja en la mesa dilemas éticos sobre cómo abordar sus potenciales fortalezas y peligros, desde el uso de los datos a los sesgos inconscientes que los programadores vuelcan en los dispositivos.
Humanizar la tecnología es uno de nuestros grandes retos como especie, y aprovechar su potencial neutralizando los peligros una oportunidad para reducir un buen número de brechas. Puedes leer más sobre ello en este reportaje de David G. Maciejewski.
