La revolución consciente ha llegado, también, al mundo empresarial. Con el foco puesto más que nunca en la salud mental, les toca a las compañías revisarse para ser capaces de contribuir al bienestar y al desarrollo sostenible del planeta, del ecosistema laboral y de sus propios empleados.
Hace unos meses, en este mismo espacio, Pablo Sánchez, director de B Lab Spain comentaba que, especialmente hoy en día, es más necesario que nunca contagiar optimismo a través de la llamada revolución del propósito. Con él, las empresas definen y repriorizan su objetivo para generar un impacto positivo en el planeta a nivel social, ambiental y económico.
Con plena atención a esta trilogía –planeta, economía, personas–, la incertidumbre aumenta para inidividuos y organizaciones, aún más acrecentada por el momento de crisis bélica y energética tras la covid, aumenta para todos. En paralelo, la salud mental recibe el foco mediático y aparece, cada vez más, en las conversaciones que versan sobre sostenibilidad: el desarrollo sostenible es un concepto que implica a individuos, organizaciones y gobiernos y que afecta y mucho a nuestro bienestar emocional y al trabajo que desempeñamos.
A nivel laboral y de recursos humanos, alcanzar la prosperidad, contribuir al desarrollo de las personas y disminuir la tasa de burn out entre la plantilla tiene que ver con la implementación de una cultura sostenible dentro de las organizaciones. A mayores, muchas organizaciones están fomentando entre los suyos el altruismo a través de herramientas corporativas que trascienden el voluntariado como, por ejemplo, la posibilidad de disponer libremente de horas para realizar proyectos pro bono que enlacen con sus propósitos personales.
Altruismo o el efecto riqueza de ayudar a otros
Más allá de eso, una de las palabras clave al hablar de estas cuestiones es el altruismo y el poder que tiene en las personas para mejorar la sensación de bienestar y reducir el estrés laboral. Stephen Post, doctorado en la Universidad de Chicago, señala que, a pesar de que la evolución nos haya inducido a pensar que nos sentimos mejor cuando damos algo de nosotros mismos y servimos a otros, no es la única razón por la cual ayudar nos hace sentir mejor y ser mejores. «Cuando experimentamos compasión, amabilidad y benevolencia, dejas a un lado las emociones negativas que a menudo nos invaden», explica. Dicho de otra forma, la depresión, la ansiedad y el estrés implican que nos enfoquemos mucho en nosotros mismos, mientras que cuando nos enfocamos en las necesidades de otros, cambiamos inmediatamente nuestro pensamiento.
Así, potenciar actos altruistas ayuda a crear armonía y a conseguir cambios profundos nivel psicológico. El doctor Bryant P.H Hui lideró un estudio sobre el altruismo en la Asociación de psicología americana en el que dijo que la conducta prosocial –altruismo, cooperación, confianza y compasión– contiene todos los ingredientes necesarios de una sociedad armoniosa y en buen funcionamiento.
Con todo, en una oficina las personas altruistas son más propensas a comprometerse con su trabajo y tienen menos probabilidad de abandonar, según un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison. Con base en su investigación, las personas que ayudan a otros son más felices a nivel laboral y personal: sentirse bien y hacer el bien es algo que, al combinarse, puede crear un bucle de retroalimentación positiva en el que ayudar a otros nos ayuda a sentirnos mejor y sentirse mejor nos hace estar más capacitados para hacer bien nuestro trabajo.
«Nuestros estudios muestran un punto muy simple pero muy profundo sobre el altruismo: ayudar a otros nos hace más felices. El altruismo no es una forma de martirio, sino que opera como parte de un sistema de recompensa psicológico saludable», explica uno de sus responsables, Donald Moynihan. Las investigaciones de la psicología positiva señalan que actos como utilizar diez minutos al día en el trabajo para ayudar a los compañeros sin esperar nada a cambio, aun cuando no nos sobra el tiempo, son pequeños pasos que producen resultados en nuestro bienestar y productividad laboral.
Una oficina con pasión y propósito
El altruismo es, además, un factor de motivación en el trabajo. Cuando los trabajadores sienten que su trabajo importa y que ayudan a otros, aumentan sus niveles de motivación. «Las personas necesitan motivación intrínseca tanto como recompensas extrínsecas, como el dinero y el reconocimiento», señala en una entrevista Bethany Klynn, experta en psicología organizacional. Además de que hacer algo por los demás les ayuda, creer que el trabajo de uno mismo marca la diferencia, se asocia con mayores niveles de felicidad y progreso laboral.
En un contexto volátil, proteger la salud mental se ha convertido en una cuestión prioritaria y de Estado. El Ministerio de Sanidad ha creado, de hecho, un plan de acción para protegerla y minimizar las graves consecuencias que la pandemia y la crisis han arrastrado. En el ámbito laboral, la Gran Renuncia que empezó en Estados Unidos ha tenido su eco –mucho menor– en España, pero ha servido a las corporaciones para preguntarse y poner el foco en el bienestar de la plantilla. Según estudios de Deloitte en los que ya se reflejan estos indicadores, esta es una de las claves del futuro en materia de recursos humanos para beneficiar a los trabajadores, los empleadores y el conjunto de la ciudadanía.
Cultivar la pasión en el trabajo es uno de los grandes pilares para desarrollar el talento y fomentar la prosperidad personal y común, ya que contribuye a eliminar la sensación de estar quemado, disminuye el abandono y protege, en definitiva, la salud mental. En el estudio ya citado señalan de hecho que existe una brecha de pasión a la que es importante atender, ya que los trabajadores apasionados están comprometidos a alcanzar continuamente niveles de rendimiento más altos.
Así, en entornos empresariales cambiantes, las compañías necesitan potenciar la pasión y motivación de los suyos, ya que este tipo de personas son capaces de impulsar una mejora del rendimiento extrema y continua. No se trata de enfocarse en un «impulso» de rendimiento que se produce una sola vez o va ligado a un bonus o a la implementación de una iniciativa motivacional concreta, sino de mirar a la empresa de una manera mucho más global y poniendo en el centro a los trabajadores.
Pasión, ganas de aprender, resiliencia personal, compañerismo… Las aptitudes personales se trasladan así al ámbito corporativo y, cuando hablamos de propósitos empresariales sostenibles, pueden redundar en un gran impacto para mejorar las organizaciones y el planeta. Más que nunca, disponemos de las herramientas para tomar el rumbo hacia una prosperidad saludable y capaz de sostenerse en el tiempo. Tal y como señala Jeffrey Sachs –profesor de la universidad de Columbia y director de desarrollo sostenible de Naciones Unidas–, «el bienestar debe ser un objetivo básico a la hora de seleccionar las instituciones económicas, sociales y políticas». Potenciar el altruismo, la colaboración y el propósito son factores sencillos, pero con un gran peso para actuar en aquello que esté en nuestra mano si queremos cambiar el rumbo compartido.