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Tres editoriales independientes para apoyar la literatura con voz propia

En España no se lee demasiado, pero se publica mucho. La concentración de la inmensa mayoría de las novedades literarias bajo dos grandes grupos editoriales hace que los proyectos pequeños lo tengan aún más difícil para darse visibilidad en el mercado. Hablamos con tres amantes de los libros que han hecho realidad el sueño de lanzar sus propios sellos: Ediciones en el Mar, Arde Editorial y Trotalibros.


Hay un mantra muy repetido que dice que, en España, no se lee. ¿Es verdad? ¿Se nota a día de hoy un repunte en el sector del libro y la lectura provocado por los cambios de hábitos durante y después del confinamiento?

Según el informe Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España en 2021, el 95,4% de la población lee al menos una vez al trimestre. De ellos, casi un 72% lee periódicos y un 67,9% libros. El informe asegura que en 2021, se consolidó el crecimiento del número de lectores registrado a lo largo de 2020, confirmando que durante los peores meses de la pandemia la lectura fue un refugio. De los que se decantan por los libros, el 64’4% lee por ocio. Continuando con la tendencia de los últimos años, las mujeres leen más que los hombres –un 69’6% frente a un 59%–.

Sabemos cuáles son las razones para leer pero, ¿cuáles son los motivos para no hacerlo? Según la opinión de los consultados en la encuesta,  la razón más esgrimida es la falta de tiempo, seguido por la falta de interés o por la preferencia de emplear el tiempo libre en otras actividades como pasear, ver la tele o quedar con amigos. El resultado es que, cuando hablamos de los lectores habituales –quienes leen cada día o al menos cada semana– la cifra cae hasta un 52,7%.

Para quienes se dedican profesionalmente a la escritura, la impresión o la venta de libros, el que apenas la mitad de la población total lea habitualmente es solo uno de los problemas. Copado por dos grandes grupos editoriales como el Grupo Planeta y Penguin Random House, que aglutinan decenas de sellos y poseen una gran maquinaria de comunicación, el mercado actual es casi imposible de surfear para las editoriales independientes, que navegan como puede entre novedades y márgenes estrechos para intentar sobrevivir.

Proyectos con alma

Sin embargo, hay apasionados de la literatura que no se resignan a la estandarización del mercado y que han puesto en marcha proyectos únicos, con líneas editoriales muy marcadas, para traer diversidad a un sistema sobrecargado por novedades.

De este modo, en 2019, la toledana Lara Losada decidió dar el salto al sector con Ediciones en el Mar. Este proyecto de microeditorial, formado por solo una persona, busca dar voz a autoras noveles. «Creo que hay voces con mucho potencial y muy formadas que merecen que alguien confíe en ellas y no me da miedo arriesgar cuando veo que la obra lo merece. Para mí no es importante la trayectoria de la autora sino la calidad de su obra», explica Losada. Ella sola se ocupa de sacar adelante Ediciones en el Mar en un ejercicio total de resiliencia que abarca desde la recepción de los originales a la distribución y las redes sociales.

La historia del andorrano Jan Arimany y Trotalibros Editorial rompe algunos esquemas. Jan era estudiante de Derecho cuando creó un blog de literatura en el que compartía sus impresiones sobre literatura. Con el tiempo, decidió dar el salto a la edición, abandonando su carrera como abogado. Creó un canal de YouTube en el que, con el mismo nombre, habla de las obras que le gustan, las que no, sobre premios nobeles o hace tags y challenges de lectura, adaptándose cien por cien al contenido de la plataforma.

Esto le ha permitido tener una comunidad que actualmente agrupa a unos 30.000 suscriptores y que le apoya allá donde él va. No fue de otra forma cuando a principios de 2021 lanzó su proyecto editorial con la idea de traer al mercado clásicos que ya no se encontraban o que directamente no se habían traducido al español, como era el caso de Canción del ocaso del escocés Lewis Grassic Gibbon. Actualmente, Trotalibros está principalmente formada por Jan y por Dolors, que se ocupa de la parte contable, mientras que el resto son colaboraciones con traductores, ilustradores y correctores autónomos. Bueno, para ser honestos, hay otro miembro destacado más: Scott, el perro de Jan, Scott, que no se pierde ni un día de trabajo.

La tercera es Arde Editorial, una de las sorpresas de este año. Está capitaneada por Eric Levit Mora y Arnau Durán y tiene su cuartel base en Barcelona. Estos dos amigos eran libreros de segunda mano, Arnau con formación en diseño y Eric en edición. Durante el confinamiento ya se empezó a gestar una idea que se materializó cuando los libreros pudieron verse para tomar un café: lo que surgió como el empeño de publicar un libro acabó en una editorial. Solo han publicado tres obras hasta la fecha, pero ya se están haciendo un nombre, gracias en parte a su cuidado y original diseño. Su primera novela publicada ha sido Lobos en las islas de Marilar Aleixandre, galardonada recientemente con el Premio Nacional de Narrativa 2022. Han trabajado para algunos de sus libros con Àlex Basalobre como diseñador y Marta del Castillo como correctora y maquetadora, pero los dos editores reconocen que el proyecto aún no les ha reportado verdaderos beneficios económicos.

Qué supone ser una editorial independiente en España

El principal problema de los editores independientes es económico. En un contexto como el que mencionamos antes, nadie que monte una editorial busca hacerse rico, pero al menos persigue cierto recorrido y unos mínimos beneficios para poder subsistir y hacer que el proyecto sea sostenible.

Lara, Jan y Eric coinciden en lo mismo: la necesidad de ayudas que les permitan expandir sus negocios y sacar a flote sus editoriales con algo más de margen. En cuanto a los impedimentos que se han encontrado a la hora de comenzar con sus proyectos, Jan Arimany dice que ha tenido problemas para entrar en el círculo más conservador de los medios de comunicación. «Los libreros, los periodistas, las cadenas de televisión, los diarios, los críticos… me he encontrado muchas puertas cerradas», lamenta.

Además, los tres coinciden en señalar otro problema común que no afecta solo a su sector: la inflación y el encarecimiento de materiales básicos, como el papel y el cartón han supuesto un nuevo varapalo para un sector editorial que no puede asumir los ritmos de las grandes empresas. Para Lara Losada, poner en marcha su proyecto ha sido un proceso con altibajos. Aunque cree que ha sido duro, también reconoce que ha disfrutado de ello, aprendiendo de los errores y formándose e «investigando según lo iba necesitando, sobre la marcha».

Eric Levit comenta que hay tres grandes escollos por los que una editorial independiente necesita pasar antes de dar el salto definitivo. Lo principal es valorar «de dónde sacar el dinero y cómo hacer que dure». Después viene la distribución: cuando no te conocen debes vender el proyecto y casi rezar porque a alguna distribuidora de calado nacional le interese y apueste por ti. En este sentido, Arimany coincide  en que se produce en este punto un círculo vicioso: si no tienes catálogo no tienes distribución y sin distribución es más complicado conseguir que una agencia acceda a dar derechos para la publicación de las obras. Esto último es el tercer impedimento que apuntan desde Arde. «Al principio te preocupas mucho, luego conoces a otros editores y te das cuenta de que el sector funciona así, que no eres tú», cuenta Levit.

Para Arimany, cuya editorial se encuentra en Andorra, una de las soluciones a la precariedad del sector pasaría por alguna ayuda pública que les permita estar en ferias de libros como la de Madrid, que cuentan con una gran exposición mediática y con la oportunidad de integrarse en el sector y crear contactos sólidos con otros editores y con las librerías.

«Las editoriales tienen que poder sobrevivir hasta crear un catálogo y luego tenemos que poder comunicarnos», coincide Levit. En su opinión, es necesario que haya subvenciones que impulsen la cultura en general y el sector editorial en particular. Como recuerda, hay ayudas que se estaban esperando y que hace años que no están activas, lo que supone un problema más a la hora de lanzar al mercado un proyecto de este tipo.

Las redes sociales: grandes aliadas de las pequeñas editoriales

El pasado San Jordi fue una cita accidentada en Barcelona: los vientos huracanados y la lluvia terminaron con un saldo enorme de libros destrozados para editores y librerías. Jan Arimany estaba allí presentando Trotalibros Editorial a quienes no la conocían y, en un momento dado, la lona que protegía su espacio y sus ejemplares cayó sobre ellos con una gran bolsa de agua sin que pudiera evitarlo.

Cuarenta volúmenes quedaron devastados. Uno de ellos era Los chicos, del catalán Toni Sala. Como el editor mantiene una comunicación muy de tú a tú con sus seguidores, les contó el desastre y decidió sortear Los chicos, pues no se podía vender. La sorpresa para el editor andorrano vino cuando, sin pedirlo y sin que nadie se organizase, comenzó a recibir mensajes de personas que querían apoyarle comprándole uno de esos libros magullado por las lluvias de San Jordi. Los vendió todos.

«He tenido muchos problemas, pero el apoyo de la gente, cómo me acompañan, cómo sienten que el proyecto es suyo ha sido clave. He superado las crisis por el apoyo de esta comunidad», comenta el editor con una sonrisa de oreja a oreja.

Esta anécdota engloba el poder que tienen las redes sociales para unir y crear gestos de apoyo mutuo y solidaridad. Algo crucial, si se tiene en cuenta el poco presupuesto que las editoriales independientes pueden dedicar a la comunicación.

Desde Ediciones en el Mar coinciden en que resulta fundamental usarlas para amplificar el mensaje. «Creo que lo fundamental es utilizar nuestro altavoz para concienciar a nuestras lectoras de la importancia de apoyarnos. Soy muy pesada en redes con esto, pero también tengo la suerte de que la mayoría de nuestras lectoras están concienciadas y saben la importancia de apoyar proyectos independientes y de comprar en librerías de barrio», dice Losada.

Sobrevivir en un ecosistema editorial frenético

España es un país donde se lee poco, pero se publica mucho, y mucho más de lo que incluso un lector habitual puede leer. Desde Arde, dibujan varios tipos de lectores. Están aquellos que leen entre uno y cinco libros al año –seguramente un público más atraído por el marketing de los grandes grupos editoriales, opina– pero, en la otra cara de la moneda, están aquellas lectoras –en femenino porque son más las mujeres que los hombres– realmente implicadas no solo en leer, sino en descubrir editoriales independientes y establecer verdaderas relaciones de cooperación con ellas.

Estas últimas son las responsables de que el sector más independiente pueda sobrevivir. «Se publica muchísimo más de lo que razonablemente esa gente puede leer. Hay una sobresaturación, por eso nosotros hemos decidido publicar tan poco», afirma Levit que, junto con su socio, ha apostado por no lanzar novedades cada mes a un mercado que no se sostiene. De hecho, según un estudio reciente, el 86 por ciento de los títulos que se ofrecen y editan en España venden menos de 50 ejemplares como consecuencia del exceso de novedades literarias, lo que hace que las librerías devuelvan más de la mitad de los ejemplares que reciben. «Si se publica demasiado y las mesas de novedades son una vorágine quizá era buena idea recuperar algunas joyas que por ese ritmo se pierde y que vale la pena que vuelvan a salir», dice Arimany.

Trotalibros, Arde Editorial y Ediciones en el Mar se parecen en que han apostado por publicar menos, pero asegurando la calidad literaria y trayendo a primer plano aquellas obras olvidadas o difíciles de encontrar en español.

Los tres proyectos son ejemplos de cómo ofrecer, con mucho trabajo y paciencia, a proyectos únicos, que tratan de ofrecer al lector algo más que una portada bonita o una historia entretenida. La pasión por la literatura es lo que mueve a estos editores y sus lectores lo perciben en cada ejemplar suyo que adquieren.

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