Fue en 2018 cuando la organización ecologista SEO/Birdlife puso en marcha el proyecto Aulas Libera. Una iniciativa que no ha hecho más que crecer desde entonces y con la que intentan que, de manera activa, alumnos y profesores aprendan la importancia, el origen y el problema que supone dejar basura en la naturaleza. También, que necesitamos soluciones para revertirlo.
La educación ambiental debería ir –y va– ganando cada vez más espacio los colegios, sobre todo si se tiene en cuenta la crisis ecológica que atravesamos. La organización ecologista SEO/Birdlife lo tiene muy claro, y por ello impulsa en esta línea diferentes actividades entre los más jóvenes. Una de las más interesantes es el proyecto Aulas Libera, con el buscan sensibilizar de manera activa tanto al profesorado como a los alumnos de las consecuencias de tirar desperdicios a la naturaleza.
Todo ello de forma muy participativa, ya que los propios alumnos son los que salen a los alrededores del colegio a recoger la basura que pueda haber para luego analizarla y buscar soluciones. Como cuenta a Igluu Laura Benítez, coordinadora de este proyecto, la idea es que «vayan al campo y vean qué es lo que está sucediendo y también, de paso que recojan esa basura».
Ese trabajo lo realizan a través de tres etapas que se resumen en tres verbos: aprender, identificar y solucionar. «El primer paso se basa en aprender qué consecuencias tiene la basuraleza en el entorno. Una iniciación que se realiza con el profesorado y visionando en clase material online que enviamos desde SEO/Birdlife», cuenta Benítez.
El segundo paso se lleva a cabo en el terreno. Con la ayuda de un educador de la organización, tanto el profesor como los alumnos salen a los alrededores del colegio y van recogiendo la basura que hay en las inmediaciones con el fin de identificar de qué tipo es y de dónde puede venir. «De esta forma, hacen un ejercicio de ciencia ciudadana, ya que toman datos a través de una serie de aplicaciones que luego serán analizados por un equipo de científicos», explica.
Y con esa información, el alumnado, con la ayuda de los profesionales, buscan diferentes soluciones para mejorar el espacio. «Cuando hacen estos tres pasos, participan en un concurso para motivarlos. El premio es material educativo para fomentar la biodiversidad en el entorno del cole como cajas nido, prismáticos o comederos de aves, entre otros», resume la experta.
La basuraleza más encontrada
Este proyecto nace para analizar la basura de los alrededores de los colegios y buscar soluciones al problema. Por ello, como sostiene Benítez, la actividad no va enfocada a hacer una limpieza total del entorno sino a ser consciente de qué residuos aparecen en él. «No damos tanta importancia a los datos de toda la basura recogida como a los tres tipos que más recogen porque la idea es que aprendan», cuenta.
Muchos de los restos que encuentran son envoltorios de chuches, latas, bolsas de patatas… por lo que los participantes comprueban en el lugar que esa basura podría ser perfectamente suya. «Si sumamos las colillas, serían los tipos de desperdicios que más recogemos y que no han cambiado demasiado en estos años».
El proyecto se creó en 2018 y desde entonces ha ido creciendo mucho. De hecho, en los meses que llevamos curso escolar, ya se han sumado centros de todas las comunidades autónomas. Y, como sostiene la responsable, aunque ahora cuentan con un total de 436 profesores que han registrado 283 aulas, esperan que los datos crezcan a partir de la primavera, cuando se suelen triplicar.
Soy docente, ¿cómo registro a mi clase?
Para los profesores que quieran impulsar la educación ambiental entre sus alumnos, el proceso es muy sencillo. Únicamente hay que meterse en la web del proyecto Libera y seguir los pasos. «El profesor solo deberá añadir las aulas que quiera. Cuando ya tenga la actividad solicitada, desde el proyecto buscamos un educador de la zona, que la conocerá muy bien y de paso fomentamos el trabajo local», explica Laura Benítez.
En el caso de que les guste la experiencia, al año siguiente pueden repetir, pero esta vez como padrinos del espacio. Esto supone realizar los tres pasos de nuevo, pero con el educador de SEO/Birdlife en todo momento. «El primero lo hacen en el propio entorno, no online, para que lo conozcan más en profundidad. A los meses, realizan una segunda salida para recoger la basura que luego analizarán. Y, por último, en la fase de buscar soluciones, reciben 300 euros para mejorar el lugar. Un ejemplo puede ser poner cubos de basura, reforestar o un vídeo para que se conozca el entorno. Las ideas son tan variopintas como el alumnado», finaliza la experta. Además, están creando una tercera fase que se basará en un proyecto de economía circular que estará disponible en los próximos meses.
En definitiva, se trata de conjugar sobre el terreno tres verbos simples –analizar, identificar y solucionar– que buscan concienciar a los más jóvenes de un problema que, si no revertimos, se volverá cada vez más complejo.