La búsqueda de la felicidad ha sido siempre, de una u otra forma, el fin último de todo ser humano. Al fin y al cabo, ¿quién no quiere ser feliz? La diferencia –y quizá lo más bello de la búsqueda– es lo que cada uno de nosotros entiende por serlo, una pregunta que tiene tantas respuestas como individuos. Hay, por supuesto, puntos comunes que permiten trazar caminos entre ellas, y es lo que han hecho Joan Tort, director del departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona, y su equipo en el Atlas de los países en busca de la felicidad (Larousse, 2022).
En él, los geógrafos logran plasmar aspectos puramente intangibles pero que, desglosados, permiten abarcar los múltiples ámbitos en los que puede medirse la felicidad de un país, y que va mucho más allá de su PIB y que pasa a menudo por cosas como la cultura, los lazos familiares o la naturaleza. Además de explicar los índices con los que la han medido, también analizan cómo el propio concepto de felicidad ha evolucionado con el paso de los siglos a través, por supuesto, de mapas y gráficos.
Al hablar de felicidad hay aspectos materiales y medibles como el bienestar económico o laboral u otros factores de progreso, pero también otros que entroncan con lo inmaterial, con la propia filosofía que, desde hace milenios, se cuestiona cómo y dónde encontrarla. «Lo que nos enseña la filosofía y los clásicos es que una cosa es el vivir bien y otra, el buen vivir. No son nociones del todo independientes, pero sí son indudablemente diferentes. Hay un modo de presentar la filosofía ya desde los tiempos más antiguos en el sentido de ser un conocimiento que puede ayudar al buen vivir, no solo atendiendo a cuestiones materiales, sino a saber estar en el mundo», explica Tort.
Uno de los grandes aprendizajes del libro es que la felicidad, a menudo, también reside en aspirar a ella, en la actitud con la que encaramos la vida para ser felices. Puedes leer esa y otras grandes claves –que seguro pondrán el atlas en tu lista de pendientes– en este reportaje de Mariángeles García para Yorokobu.