Libros
Foto: Toa Heftiba

Libros: el nuevo objeto de deseo de las prescriptoras de moda

De reseñas a inesperados complementos para un look o un bodegón en redes sociales: la moda se interesa en su vertiente digital por los libros con un renovado énfasis.


De una forma más o menos nicho, se puede asegurar que leer libros está de moda. Como la afirmación es extraña, y seguro que molesta un poco, procedemos con los matices. Ser visto leyendo, especialmente en el momento actual que atraviesan las redes sociales, está adquiriendo un significado renovado.

La prescripción literaria y elaboración de reseñas vive un momento álgido en canales como YouTube o TikTok, y el gesto de compartir aquello que se está leyendo o se ha leído (nada nuevo en el ya algo caduco universo de Instagram), ha encontrado formas de renovarse en los últimos meses.

Así se infiltran los libros en los escaparates digitales reservados a la moda

Resulta especialmente llamativa la manera en la que los libros se han introducido en el léxico de los perfiles de redes sociales más orientados a la moda. Algo que han logrado de distintas maneras. Por ejemplo, la creadora de contenido y diseñadora de joyas Dara Muscat ha dado un viraje a sus publicaciones en la red social propiedad de Meta, llenando su feed de reels en los que comparte con sus seguidores lo que lee en una semana. De la misma manera que antes compartían los looks de cada día, las mismas prescriptoras de moda aderezan los estilismos con las cubiertas de los libros.

La tienda californiana Lisa Says Gah!, cuya curación de objetos (algunos de diseño propio) ha sido muy influyente en las tendencias de moda a escala global en los últimos años, acompañaba un look de pícnic construido con sus prendas y accesorios de un libro superventas; Tomorrow, and Tomorrow, and Tomorrow, de Gabrielle Zevin. También en el ámbito de las newsletter, territorio en expansión para quienes se dedican a reflexionar y redactar sobre moda, la escritora Viv Chen, muy influyente en el reducido mundo del pensamiento en torno a la industria, recientemente recordaba a sus suscriptores la figura de Joan Didion como aquella que continúa siendo el mayor icono de moda en el universo de la literatura. 

libros
Foto: Benigno Hoyuela

Sería ingenuo decir que esta simbiosis no está siendo optimizada desde un punto de vista comercial por la industria editorial, un sector que tal vez tiene mucho menos de romántico de lo que los lectores queremos atribuirle. Pocas dudas pueden quedar al respecto de que las novedades de rabiosa actualidad en el mundo literario llegan al buzón de las creadoras de contenido profesionales de moda y estilo de vida con una cierta cadencia, como las propuestas de estos sectores.

En su canal de YouTube, la brillante video ensayista especializada en moda Mina Le mencionaba la existencia de la figura de la estilista literaria como una realidad de nuestro tiempo, y aludía a las instantáneas de paparazzi en las que codiciados rostros del modelaje habían sido inmortalizadas junto a sus lecturas, como fue el caso de Kaia Gerber o el de las hermanas Gigi y Bella Hadid. 

Aunque no siempre se trata de robados. En los últimos tiempos ha habido un seguimiento especialmente acentuado por conocer los pasos lectores de otras celebridades. Tal vez la actriz británica Emma Watson con su club de lectura fue pionera en esto, pero sin duda un hype mucho mayor es el que han despertado las estrellas del pop Dua Lipa o Rosalía, capaces de orientar las decisiones de compra en librerías de su masiva base de seguidores. 

Mientras que la faceta comercial de este fenómeno es difícil de discutir, el libro es un elemento mucho menos extraño al ecosistema de la moda de lo que alguien ajeno a este mundo puede juzgar. Cuando el libro se introduce en una selección de objetos de este tipo es porque sobre él descansa la equivalente capacidad de contar algo de la persona que lo lee. Al igual que los complementos no son meras adiciones aleatorias en la expresión subjetiva de alguien que está compartiendo un look con una audiencia más o menos grande, el libro adquiere las mismas connotaciones de símbolo de estatus, con unos códigos culturales y sociales propios. 

Literatura y moda, moda y literatura: el eterno conflicto (que tal vez nunca fue tal)

Las implicaciones creativas que tiene la literatura y aquellas comerciales de la moda contribuyen a que sean mundos que antagonizan en las mentes de muchas personas. Dejar que se mezclen, que la frivolidad de la moda salpique el halo intelectual de la lectura, puede constituir una afrenta a lo que la literatura simboliza para ellas. De alguna manera, actúa como un significante de estatus, no muy alejado de aquellas sutiles diferencias, (abismales para los insiders), que estriban entre la elección de una prenda u otra. Si nos comunicamos con la ropa, que es un elemento siempre asociado al cuerpo, no ocurre menos con los libros en el momento en el que estos también se hacen visibles.

En el mencionado videoensayo, Mina Le recuerda la insistencia histórica de las clases altas de retratarse junto a libros. Algo que resuena a cómo, en la era de las videollamadas de trabajo, las estanterías se convierten en el fondo favorito de muchos para decidir el ángulo en el que posicionar la cámara. Existe un beneficio social para los individuos en el gesto de asociarse de manera visual a los libros. No a decir cuánto lees, pero a que los objetos de tu entorno se aseguren de comunicarlo. Pero mencionar esta conexión sigue sin ser vista como algo de buen gusto. Un prejuicio que cuesta separar de una lectura de género, por la que los intereses históricamente feminizados se han revestido de una incompatibilidad con aquellas tareas creativas nobles, con el estudio, el conocimiento del mundo y también con la autoridad que tiene una persona para hablar sobre él. Que, en el caso de quienes se relacionan con estos asuntos feminizados, se percibe como mucho menor. 

Libros
Foto: Austin Diesel


Sandra Cañedo es periodista especializada en moda y una gran lectora. Su feed personal de Instagram solía desplegar imágenes de sus looks favoritos con otras de las lecturas que más le habían gustado. Apegada a lo que se destilaba de este diálogo visual, decidió crear The Blooks, un perfil en la red social sin mayor afán que dar rienda suelta a todo lo que tiene que decir sobre su forma personal de vivir la moda y la literatura. Al preguntarle, la periodista asegura que ambas «siempre han estado relacionadas, y creo que al disfrute de ambas materias lo liga un mismo tipo de sensibilidad», apunta. «Pero sin duda es ahora cuando más se está empezando a explotar lo que la literatura puede aportar de intelectual a la moda, porque parece que hablar solo de moda sigue siendo frívolo o superficial». 

A Sandra le gustan los videos que comparte a veces Nike Van Dinther, en los que la creadora digital residente en Berlín muestra sus estilismos acompañados de una selección de libros. También sigue las recomendaciones de Brittany Bathgate, otra prescriptora del sector de la moda y estilo de vida, y ha detectado la presencia del fenómeno en Pinterest, una red social revitalizada en los últimos años. Una conversación cruzada entre prendas y libros que todavía considera que está al principio de su recorrido digital, «quizás porque los algoritmos premian más aquellos perfiles con contenidos muy específicos, centrados en una temática concreta».

¿Por qué esta emergencia del libro en redes sociales ahora?

Si hay un libro, vamos a fijarnos en su cubierta, su título y autoría. De alguna forma, un libro despierta preguntas e interés. La cualidad de lector lleva consigo un halo de unicidad, y unicidad es precisamente lo que persiguen muchos creadores de contenido en un entorno digital donde abundan las copias y los fenómenos masivos. En un contexto de audiencias de redes progresivamente fragmentadas, cada vez se puede aspirar a un menor alcance. Sumarse a las tendencias virales puede ayudar, pero al final la clave sigue siendo volcar un elemento diferenciador para retener seguidores. Los libros pueden favorecer esto, y las bases de seguidores de las creadoras de contenido de moda es un suculento activo para el marketing editorial. 

Libros
Foto: Becca Tapert

Sin embargo, esto no esconde la promesa de la heterogeneidad en las propuestas de lectura. En un artículo publicado en 2019, el periodista experto en tecnología Kyle Chayka, autor de Filterworld: How Algorithms Flattened Culture, matizaba el entusiasmo puesto en los servicios en streaming, sus algoritmos de recomendados y la conversación que sus productos generaban en redes. Aunque la diversa oferta haya sido interpretada como el fin del mainstream masivo, al final los algoritmos de las plataformas tienden a beneficiar las apuestas comerciales fuertes. Hablar del libro del que más se está hablando, de la más jugosa novedad editorial, seguirá siendo más interesante si el objetivo es inflar el alcance. Mientras que la oferta literaria es inmensa, la conversación sobre libros en redes y la cobertura en medios no lo es tanto. Nuevos caminos digitales abiertos en la prescripción literaria, que todavía dirimen sus fórmulas, para aquellos lectores que hacen scroll.

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Igluu, con su consentimiento, tratará sus datos para enviarle la newsletter. Para el envío se utiliza MailChimp, ubicado fuera de la UE pero acogido en US EU Privacy Shield. Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación o limitación, entre otros, según indicamos en nuestra Política de privacidad.