Los festivales se han convertido en la estrella de la época estival, el punto de encuentro favorito de la población que busca un lugar donde disfrutar de música, actividades culturales, comida y, ahora también, un formato sostenible y respetuoso con el medioambiente.
Cada vez son más los eventos musicales que buscan diferenciarse de los tópicos festivaleros: aglomeraciones, grandes recintos urbanos y llevar consigo un enorme impacto ambiental, acústico y lumínico. En su lugar, surgen nuevos formatos, tanto en entornos naturales como en urbanos, que se suman a la ola de la sostenibilidad.
Julio Martí, director artístico de Noches del Botánico detalla cuáles han sido las medidas tomadas desde este festival para acogerse a los mandatos ecológicos: «hemos eliminado la energía fósil de los generadores. Ya no usamos los de gasolina, solo tenemos uno de reserva, por si acaso. Hemos cambiado todos los envases de plástico por otros biodegradables. Y recomendamos usar el transporte público, ya que estamos en una zona con buena comunicación».
Un festival sostenible en El Bierzo
Otro encuentro que destaca por priorizar la sostenibilidad e introducir acciones y medidas que compatibilicen su producción con el cuidado del planeta es el Observatorio, un festival que se celebra entre el 1 y 3 de julio en Balboa, una localidad de El Bierzo, en León. Sus responsables no solo estudian cada pestaña del festival, sino que añaden al proyecto una escrupulosa política medioambiental.
La teoría ya está escrita y recogida en los estatutos de la Asociación de Festivales de Música (FMA), enmarcada, además, en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles y en la Agenda 2030. Este sector se consolida como uno de los agentes más relevantes de la economía actual: factura 643.000 millones de euros y supone el 4,4% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión Europea. Y, cada vez más, demuestra su firme intención de ser el punto de encuentro perfecto de arte, gastronomía y sostenibilidad.
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