Dice un viejo refrán aquello de que nadie nace enseñado y, a la hora de establecer relaciones con los demás, eso también se cumple. Dicho de otra forma, quien esté libre de relaciones tóxicas, que tire la primera piedra. «Hay muchas relaciones tóxicas de familia, amigos, pareja… Y no nos damos cuenta porque las hemos normalizado. Hay emociones, sentimientos, una responsabilidad afectiva con la que tenemos que convivir para relacionarnos los unos con los otros», explica María Esclápez, psicóloga sanitaria, sexóloga clínica y terapeuta de parejas.
Esclápez acaba de publicar Me quiero, te quiero (Bruguera), un libro con el que quiere ayudar a detectar aquellas situaciones dañinas o tóxicas que puedan darse en las relaciones, ayudando a poner límites para mejorar la autoestima y el bienestar. «Al final, vivimos en una sociedad en la que el amor romántico ha primado como modelo de las relaciones de pareja por encima de todos los demás modelos, y esto ha condicionado nuestra forma de actuar, sentir y vivir respecto a las relaciones», explica la autora, que cree que esas concepciones van mucho más allá de las relaciones de pareja.
Para Esclápez, ahora es el momento de desaprender comportamientos que nos han hecho machacarnos y ser demasiado exigentes con los demás y con nosotros mismos. «No se trata tampoco de quedarse solos en el mundo, sino de aprender a tener relaciones sanas con los demás y nosotros mismos para que podamos ser un poco más felices, que es de lo que se trata», explica. Y añade: «Hay que aplicar otro tipo de estrategias para aprender a conocernos, desarrollar la autoaceptación, el respeto… Y poder poner esos límites, trabajar la asertividad, la comunicación… Creo que esto es básico. Nos ayuda a tener relaciones sanas con los demás y a querernos más».
Al final, si logramos establecer límites y construir relaciones sanas –también con nosotros mismos–, lograremos redefinir y multiplicar nuestro bienestar. En un momento pandémico en el que la situación ha hecho mella en nuestra salud mental –como dice la autora, nos la ha dejado «regulinchi»–, ahora sabemos que también tenemos que cuidar lo que no se ve. «La gente se ha dado cuenta de que no hay salud sin salud mental. Pero esto es lo de siempre: cuando uno tiene depresión, como no se ve fácil, como no se ha roto una pierna o algo así, te crees que está bien. Como no lo veo, no lo creo. Y está ahí y hay que creérselo. El sufrimiento es real, va por dentro. Siempre ha pasado esto con la salud mental», cuenta.
Si quieres saber más de cómo construir estas relaciones, no te pierdas la entrevista de Jorge García Palomo en Yorokobu.