Aunque no es un gas contaminante per se y la vida no existiría sin él –recordemos el importante papel que juega, por ejemplo, en la fotosíntesis, el CO2 se ha convertido en un problema medioambiental debido a que su alta concentración en la atmósfera es uno de los responsables del efecto invernadero que calienta el planeta. Reducir las emisiones es urgente, y los planes de empresas e instituciones se dirigen a ello. La construcción es uno de los sectores donde la descarbonización es más necesaria pero, ¿cómo descarbonizar una industria que, se estima, es la responsable de más de un tercio de las emisiones a nivel mundial?
Esa pregunta se la han hecho muchos investigadores y, una de sus posibles respuestas se está materializando –literalmente– en nuestro país. El AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, perteneciente a la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT), está trabajando la forma de atrapar el gas mediante unas membranas para poder transformarlo en disolventes, fármacos o biocombustibles, entre otras cosas.
En una zona en la que se agrupan numerosas empresas de construcción, como cementeras o azulejeras, esto permitiría no solamente reducir sus emisiones, sino aprovecharlo para crear etileno, carbonatos cíclicos y policarbonatos, apostando así por la economía circular.
Además de este proyecto, llamado SOSCO2, en el AIMPLAS trabajan en la creación de piezas estructurales 100% reciclables, que permitan una mayor durabilidad y menor mantenimiento de diversos productos para el sector de la construcción, mediante un proceso de producción automatizada llamado pultrusión termoplástica.
La innovación y la ciencia son imprescindibles para frenar la emergencia climática, y los investigadores de nuestro país están avanzando a pasos agigantados para conseguirlo. Lo cuenta Carmen Lago en este artículo de Yorokobu.
