Salir al campo a disfrutar de la enorme variedad micológica de nuestro país es uno de los mejores planes del otoño. Sin embargo, es importante hacerlo bien para cuidarnos y para cuidar los ecosistemas.
«Ten cuidado no me pises si es que estás cogiendo setas, ¡no sea que cometas una barbaridad!», nos advertía David el Gnomo, inolvidable personaje televisivo de los años ochenta cuyo mensaje de defensa y amor por la naturaleza no es que siga vigente, es que hace más falta cada día. Nuestros montes y bosques son bien generosos y, entre las muchas riquezas que nos ofrecen, en esta época otoñal figuran las setas de forma muy destacada.
El patrimonio micológico es un tesoro del que podemos disfrutar sin dejar de ayudar a su conservación. No parece que haya mucho riesgo de que pisemos un gnomo por accidente en nuestra excursión, pero al ir a por setas sí que podemos dañar gravemente los bosques si no tenemos ciertas precauciones. Bosques que además son fuente de importantes servicios ecosistémicos «de provisionamiento (madera, frutos, resinas), regulación (mejora de la calidad del aire y del agua, protección del suelo, secuestro de carbono) y culturales (recreativos, estéticos y espirituales)», según el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla.
Es fundamental actuar con mucho cuidado también por razones de autoprotección. Hay especies de setas venenosas con efectos muy tóxicos e incluso potencialmente mortales, por lo que se aconseja no consumirlas de ninguna manera en caso de duda y acudir a una persona experta si es necesario. Si es demasiado tarde y creemos que se ha producido una intoxicación, hay que acudir de inmediato a un centro sanitario, a ser posible con una muestra de lo que se ha comido. Conviene por tanto no consumir todas las setas que se recojan y guardar alguna durante al menos tres días, debido a que los efectos negativos pueden manifestarse hasta 72 horas después de haberlas ingerido.
Además de en el placentero momento de su comérnoslas, también es importante seguir las normativas y recomendaciones ambientales. Cada comunidad autónoma cuenta con su respectivo marco legal, que se complementa con otras regulaciones municipales, provinciales y las propias de los espacios protegidos. A menudo es necesario pedir una licencia a la autoridad correspondiente para ir a por setas, permiso que también establece en ocasiones una cantidad máxima de kilos que podemos recoger por día. No cumplir estas obligaciones puede llevar aparejado el pago de multas, en algunos casos muy cuantiosas. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid las multas por recoger setas sin licencia van desde los 100 hasta los 10.000 euros.
Igualmente debemos saber si la recogida de setas la estamos desarrollando dentro de un monte público –siempre hay una señalización que lo indica claramente y que suele estar situada a la entrada del lugar– o bien en un terreno que pertenece a una finca particular, caso en el que es obligatorio contar con el consentimiento del propietario. El uso de coches solo está permitido en ciertos lugares y hay que evitar obstruir caminos, pistas y barreras para no dificultar el paso de vehículos oficiales y de emergencias. Otra recomendación básica de seguridad es asegurarnos de que en la zona no haya actividades cinegéticas en ese momento.
Consejos básicos para no dañar el bosque
Uno de los momentos en los que hay que ser especialmente cuidadoso es en el momento de la manipulación, pues podemos dañar gravemente los ecosistemas. Durante la recolecta, las setas deben ser cortadas y nunca arrancadas para preservar el micelio subterráneo, así que antes de salir de casa asegúrate de llevar contigo una navaja o un cuchillo. Aunque a veces es considerado de forma equivocada como la raíz de la seta por su forma y por estar bajo tierra, en realidad, ambos forman parte de un mismo ser vivo, el hongo: el micelio es la parte que permanece oculta a la vista—bajo el suelo o dentro del tronco de un árbol— mientras que la seta que aflora en la superficie es la encargada de conseguir la reproducción del hongo a través de la liberación de esporas.
Arrancar las setas a mano es una mala práctica que podría causar un terrible daño al micelio, con la probable consecuencia de que dejaran de brotar setas en ese lugar; mientras que si las cortamos al año siguiente volvería a crecer para poder reproducirse. Tampoco debemos remover o alterar la capa superficial del suelo mediante el empleo de rastrillos u otras herramientas.
Por esta misma razón reproductiva también es fundamental que el transporte de las setas ya cortadas se realice en cestas o bien en otro tipo de recipientes no cerrados que faciliten la dispersión de las esporas, sin las cuales es imposible la reproducción de los hongos y la aparición de nuevas setas. Por eso jamás hay que llevar las setas en bolsas de plástico ni de manera que puedan romperse, ensuciarse, humedecerse o fermentarse.
Como en el caso de los pezqueñines, aquí también debemos tener presente es el tamaño de las setas. El Micocyl, el programa de Micología de Castilla y León, explica que, en el caso de las setas pequeñas, «es aconsejable dejarlas en su entorno natural, ya que aún no han completado su ciclo de desarrollo ni han liberado sus esporas». Si hablamos de setas grandes, «a pesar de su atractivo tamaño, pueden haber perdido algunas de sus cualidades organolépticas». En algunos casos, como con los champiñones, añaden desde el organismo, «pueden ser perjudiciales si se recolectan en esta etapa avanzada. Además, las setas maduras están en pleno apogeo de liberación de esporas, lo que permitirá que haya más setas en un futuro para seguir disfrutándolas».
Cinco paraísos micológicos en España
Nuestro país ofrece multitud de lugares que reúnen condiciones idóneas para la proliferación y la recogida de setas. La lista sería extensísima, pero aquí te dejamos cinco de ellos para que aproveches estos días otoñales.
Parque Micológico de Ultzama (Navarra): Este pequeño municipio de alrededor de 1.500 habitantes puso en marcha dicha iniciativa en el año 2007 para garantizar el equilibrio entre la recolección y la producción, así como para promover la educación ambiental. Entre sus grandes hayedos y robledales crecen más de 800 especies de setas.
Bosque de Muniellos (Asturias): Es el mayor robledal de España y uno de los mejor conservados en toda Europa. Quizá esta sea la causa de que allí se encuentre la mayor diversidad biológica de la cordillera Cantábrica con hasta 400 variedades de setas.
Valle de Hecho (Huesca): Lugar de frondosos bosques de pinos y hayedos. Sus condiciones óptimas de ubicación, horas de sol y humedad permiten la recolección de setas prácticamente durante todo el año.
Parque Natural del Montseny (Barcelona): Cataluña es una de las comunidades con más tradición micológica gracias a enclaves como este. Predominan sobre todo los hayedos, los castaños y las encinas, árboles que son unos perfectos compañeros para diversas especies de setas, como por ejemplo níscalos, trompetas y negrillas.
Parque Natural Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén): Este parque es considerado el paraíso de las setas del sur por la gran variedad de especies que ofrece, entre las que destaca el níscalo, el cardo cuco, la cagarria y la seta de chopo.