Del insomnio al estrés o la depresión, la aromaterapia científica puede ayudar a solucionar problemas cuya relación está íntimamente ligada con los olores que percibimos como parte de nuestra historia personal.
El olor por el pasillo de las comida recién hecha para un domingo en familia. La infancia. La adolescencia. El perfume que, sin querer, provoca la aparición, casi física, del rostro de un viejo amor nunca olvidado del todo. La lluvia. La tierra mojada. Presentes de forma prácticamente fantasmal en un instante o una simple inspiración de nariz. Los recuerdos y las emociones huelen. Todo tiene su explicación, claro: el culpable de ese evidente poder evocador de ciertos olores no es otro que el llamado sistema límbico del cerebro, el centro integrador de las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria. Todo es parte de un todo, en el que la relación íntima de lo que somos es también el procesamiento mismo de los estímulos olfativos.
Un olor, por estar tan asociados con las emociones y los recuerdos, es capaz por sí solo de provocar un cambio radical de nuestro estado de ánimo en un instante. Estamos bien o mal, en parte, por eso. Una casa es un cúmulo de olores y, por tanto, de un estar en el mundo por parte de quien lo habita. Afirma Stephen Warrenburg, autor de diversos estudios científicos sobre el tema, que un aroma «puede reducir el estrés y favorecer el humor de las personas». Pero también la pérdida de olfato «aumenta el riesgo de ansiedad y depresión», según el neurólogo Jesús Porta. La salud mental también pasa por nuestro olfato. Y como todo lo que nos afecta, es regulable y, hasta cierto punto, subsanable una vez nos hace mal.
En ese sentido, la aromaterapia científica da un paso más y afirma que es posible tratar directamente ciertos problemas de salud, tanto mentales como físicos, mediante los aromas y propiedades de ciertos aceites esenciales. Destaca en este sentido el estudio sobre Aceites esenciales y aromaterapia ansiolítica del profesor Will Setzer —de la Universidad de Alabama— quien demostró los beneficios de hasta diez aceites esenciales relajantes contra el insomnio, la ansiedad, el estrés o la depresión. Aceites esenciales que además provienen de plantas y frutas tan familiares como la lavanda, la naranja, la mandarina y el limón, entre otras opciones. Lo que nos pasa a través del olfato proviene de lo natural y en lo natural se funde.
Lo natural, eso sí, entendido en el estricto sentido de la palabra. Hablar de aromaterapia es hablar, al mismo tiempo, de ciencia y de medicina. «Fue, sin ir más lejos, Avicena, uno de los padres de la medicina, el que mejoró el alambique para la destilación de los aceites esenciales», recuerda Yolanda Muñoz del Águila, aromatóloga y experta en biocosmética, además de la coordinadora de la Red Ecoestética de la Asociación Vida Sana. «La eficacia de la aromaterapia científica se basa en el principio activo, que es también la base de la medicina convencional» sostenible la aromatóloga. «Los aceites esenciales contienen esos mismos principios activos que nos podemos encontrar en multitud de medicamentos. La única diferencia básica entre estos y, por ejemplo, ibuprofeno o aspirinas, es que estos principios activos se obtienen de manera sintética”, insiste.
Aceite contra el insomnio
Los aceites esenciales, si uno no está demasiado familiarizado con ellos, podrían parecer una cosa, a priori, compleja. Emplearlos, sin embargo, no tiene tanta dificultad como si multiplicidad de formas. La aromaterapia científica abarca el uso de aceites esenciales que se aplican no sólo por vía atmosférica, sino también por vía tópica y oral. Sirven para tratar enfermedades muy diferentes, desde un resfriado hasta la depresión, pasando por picaduras de medusa o el insomnio, esta última considerada una de las grandes mochilas para buena parte de la humanidad contemporánea. Solo en España, según datos de la Sociedad Española del Sueño, el 14% de la población presenta este problema. Hace veinte años, ese porcentaje apenas pasaba del 6,4%.
«La lavanda puede ayudar a combatir el insomnio, pero no si su olor te recuerda al despacho donde firmaste un divorcio»
Yolanda Muñoz de Águila, aromatóloga
Este es precisamente uno de los problemas que mejor explican las peculiaridades de la aromaterapia, su posible incidencia positiva y el tratamiento necesario cuando hablamos de esta vía. Muñoz del Águila explica, por ejemplo, que «debemos tener en cuenta que el insomnio no es sólo un problema físico, no es como una cicatriz o un resfriado. Es decir, incluso con una causa física, casi siempre hay un componente emocional añadido», detalla la experta. Y añade: «esas emociones se deben tener muy en consideración a la hora de tratar a cada paciente mediante aceites esenciales». En resumen: Lo que es una solución para uno, puede acabar siendo contraproducente para otro.
«Pongamos el caso de la lavanda, cuyo aceite esencial es uno de los más citados contra el insomnio por sus propiedades relajantes. Pero imagina que el olor de la lavanda te recuerda a cómo olía el despacho de abogados al que fuiste a firmar el divorcio. Si fuera así, ya te digo yo que el aceite de lavanda a ti no te va a relajar», apunta la aromatóloga.
Señala un segundo ejemplo igualmente clarificador: «Imaginemos ahora que la persona afectada de insomnio responde al perfil de una mujer con menopausia. Entonces yo le recomendaría salvia, que también tiene propiedades relajantes, y además sirve para regular el sistema hormonal». La aromaterapia como herramienta puede tratar a la vez la parte física y la parte emocional de multitud de dolencias, esa es indiscutible, sí, pero cada caso es un mundo en sí mismo.
La evidencia y la experiencia en todo caso demuestra que las personas que quieran iniciarse en este ámbito deberían consultar previamente a profesionales cualificados. A veces basta con acudir a la farmacia o herbolario de confianza, por ejemplo, donde los aceites esenciales suelen ocupar un papel central, pero dependiendo del asunto a tratar, a veces lo ideal es lo lógico: ponernos en manos de expertos acreditados en aromaterapia científica si queremos una evaluación más exhaustiva y personalizada.
Seis marcas de referencia para amantes de los aceites esenciales
Una vez que el especialista nos haya recomendado un tratamiento en concreto, debemos buscar siempre aceites esenciales de calidad, ecológicos y botánica y bioquímicamente definidos. Aquí va una breve lista con algunas de las marcas más valoradas por el sector, los profesionales y los propios pacientes:
Terpenic: Afirman que son el laboratorio referente en fitoaromaterapia científica y el número uno en toda Europa y ciertamente disponen de una una amplia variedad de marcas —además de Terpenic, Erbenobili y Redoma Creativa— y productos. Su última novedad: una nueva línea de jabones botánicos formulados con aceites esenciales y vegetales.
Herbarom: Esta empresa garantiza la trazabilidad y la transparencia de todos sus productos, desde las semillas de las plantas hasta el etiquetado del producto terminado. Su completa oferta incluye ambientadores ecológicos y difusores de aromas.
Herbes del Molí: Marca nacida en los años 80 gracias al impulso de un grupo de personas que comenzaron recolectando y procesando plantas aromáticas y medicinales para recuperar sus usos tradicionales y la riqueza del entorno.
Pranarôm: Este laboratorio científico y médico fue fundado en 1991 por Dominique Baudoux, farmacéutico aromatólogo mundialmente reconocido. El laboratorio también destaca por su presencia internacional en universidades y congresos científicos.
Fenghi: Joven marca que en unos pocos años —comenzó su andadura en 2018— ha logrado un importante reconocimiento. Es interesante echar un vistazo, dentro de su web, al apartado Aprender, desde el que regala un curso de introducción a la aromaterapia.
Puressentiel: este laboratorio familiar ha lanzado la Carta Transparencia Pura, iniciativa para informar sobre el cumplimiento de sus compromisos y el diseño ecológico de sus productos, entre otras cuestiones. También está alineado con el Pacto Mundial de las Naciones Unidas.