Mientras las ciudades precisan cada vez más de una renaturalización –y trabajan para conseguirla–, el caminar, el usar las dos «patas» como medio de transporte prioritario, comienza a imponerse entre muchos. Estas son algunas de tendencias de esa cultura tan antigua como actualizada del paseo y la marcha.
Es el medio de transporte más antiguo del que disponemos. También el más sostenible y económico. Puede parecer un chiste malo, pero es una evidencia que caminar, ya no digamos una marcha, es tan sana costumbre que lleva de moda unos 3,7 millones de años. Básicamente, desde el australopithecus afarensis. Nuestro peludo primo lejano decidió desplazarse sobre sus dos patas traseras y, apoyando el peso en la parte delantera del pie, empezó un camino que, todavía hoy, no hemos dejado de hacer.
Los senderos a los que se enfrentaba nuestro antepasado, bestias e intemperie aparte, no tenían ni hormigón, ni cemento, ni, sobre todo, polución. Por mucho que el homo sapiens sapiens de 2024 se anime a dar un paseo, el paisaje cada vez es menos agradable. Al menos en las ciudades, donde todo parece más preparado para el encapsulamiento y muy poco para esas dos maravillosas patas que buena parte de las veces quedan pegadas al sofá o, en su defecto, al sillón del coche.
Una nueva mirada sobre la ciudad, no obstante, lleva años naciendo. Los movimientos para impulsar de forma decidida una nueva cultura para ellas, con la renaturalización en el centro de su discurso, empieza a germinar en ciudades y pueblos de toda Europa. El objetivo es simple: que el verde vaya recuperando terreno frente al gris. Una pequeña oportunidad para el espíritu bípedo de nuestro australopithecus afarensis interior.
Una lluvia de millones para una regeneración tardía
Esa oportunidad de oro se cuece ya desde el año 2021. En el marco del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia financiado por los fondos europeos NextGenerationEU, la Fundación Biodiversidad, perteneciente al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ha destinado la friolera de 195 millones de euros a proyectos de renaturalización en un total de 74 ciudades españolas.
El esfuerzo va en la línea de contribuir, según el MITECO, a un cambio del modelo de ciudad, basado en la sostenibilidad, el incremento de la infraestructura verde y la conectividad de los espacios verdes y azules y el fomento de las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN). Pero más allá del léxico propio de este tipo de proyectos, el resultado que se pretende va en una vía concreta: Aumentar la biodiversidad e impulsar la adaptación a un cambio climático de los entornos urbanos ya evidente y que pone, hoy por hoy, en jaque a la salud y la calidad de vida de sus habitantes.
Es la necesidad más alarmante y el peligro más evidente en el medio plazo. No se trata de una idea vaga sobre si pasear o no en una tarde de invierno, sino de que resulte, a poder ser, cada vez más sencillo desarrollar unos hábitos de vida saludables y activos en el lugar en el que vivimos.
Y claro, por apetecer, apetece más caminar por unos pueblos y ciudades más verdes, menos contaminadas y mejor diseñadas para favorecer una movilidad activa. Una que requiera, además, una inversión mínima con las mejores alternativas adaptables a todas las edades y estados de forma.
Andar no es poca cosa
Insistiendo en el caminar como forma revolucionaria en nuestros días, lo cierto es que salir a andar se puede hacer de multitud de maneras distintas, según lo que cada persona necesite. En Igluu hemos hecho una lista de algunas de las que más en boga están actualmente. Aunque, ya se sabe, parafraseando a Serrat, «cada quién es cada cual y baja las escaleras y camina como quiere».
1. Marcha afgana
Se llama así porque este tipo de caminata deportiva está inspirada en las tribus nómadas afganas, que son capaces de caminar largas distancias, superiores a los 60 kilómetros por jornada, y durante muchos días seguidos, gracias a una interesante sincronización de pasos y respiración que aumenta la resistencia física y aporta calma a nivel mental. Debido a esta combinación de meditación y ejercicio físico, muchos afirman que estamos ante el auténtico «yoga del senderismo».
¿Y esto cómo se hace? Se trata de seguir un ritmo básico que combina inspiración y espiración a lo largo de ocho pasos que se van repitiendo constantemente. La inspiración debe ser igual a la espiración, con una pausa entre medias. Los pasos tienen que ser ser cortos y suaves y armonizados con la respiración de la siguiente manera:
- Inspiras durante tres pasos.
- Retienes el aire durante el siguiente paso.
- Espiras durante otros tres pasos.
- Retienes la respiración con los pulmones vacíos durante el siguiente paso y comienzas de nuevo.
2. Marcha nórdica
Desde Afganistán nos vamos a ir ahora a Finlandia, donde nació esta disciplina, muy habitual en los entrenamientos de los esquiadores de fondo en las temporadas de verano y otoño. Básicamente es caminar con bastones, con lo cual trabajamos el tren superior además de las piernas.
Este uso de bastones conlleva diferentes ventajas: nos permiten no sobrecargar las articulaciones y liberar tensión en cuello y hombros, por lo que su uso es muy recomendable para personas con problemas de movilidad o que estén recuperándose de una lesión. Además, gracias a los bastones quemamos aproximadamente un 20% más de calorías y fortalecemos la espalda, los brazos y los músculos abdominales.
3. Fitwalking
Básicamente es el «andar rápido» de toda la vida y por tanto modulable según la capacidad de cada persona. Es una actividad muy beneficiosa para el sistema cardiovascular, las articulaciones y nuestro estado emocional. Se recomienda que los brazos estén doblados en un ángulo de 90 grados para ayudarnos a tomar impulso.
Un consejo: para que el fitwalking resulte realmente efectivo se recomienda, siempre que nuestro estado físico lo permita, mantener un ritmo de al menos seis kilómetros por hora. Además, es conveniente practicarlo como mínimo cuatro días a la semana, y al menos 50 minutos por sesión.
4. Caminata acuática
Es una modalidad de marcha que en este caso nos propone pasear por ríos y arroyos, bajo cascadas, en el mar, etc. Es una buena manera de seguir manteniéndonos activos en los meses de verano, cuando más aprieta el calor.
Una de sus principales ventajas es que los músculos se ven obligados a trabajar más para vencer la resistencia del agua. A pesar de este mayor esfuerzo, las articulaciones sufren bastante menos en el medio acuático. Otro gran punto a favor es el paisaje. ¿A quién no le gusta estar un rato contemplando el mar o la ribera de un río? Y no nos olvidemos de llevar un buen calzado antideslizante que nos evite posibles accidentes por resbalones, sobre todo en ríos.
En definitiva, hay multitud de opciones para «irnos de marcha» aptas para todos los públicos, tanto en nuestras propias ciudades y pueblos como si nos apetece escaparnos al campo. Lo importante es que sigamos disfrutando de la naturaleza. Como siempre lo hemos hecho desde que, hace millones de años, nuestros ancestros decidieran alzarse sobre sus dos patas traseras para poder observar mejor toda la belleza que nos regala este pequeño y delicado planeta.